La suavidad de la almohada era tentadora. El abrazo de las sábanas era imposible de dejar atrás. Y el sonido de la alarma, allá, en el escritorio al otro lado de la habitación, era cruel para ella.
Se levantó, lo que es una forma bonita de decir que arrastró los pies en dirección al ruido infernal. Deslizó el dedo índice por la pantalla del móvil hasta hacer que el silencio regresara. Entonces, volvió a la cama y el sopor del sábado la tironeó, invitándola a cerrar los ojos.
Adiós al propósito de empezar el día libre más temprano.
Volvió a despertar al mediodía, con la luz del sol en su cara. Los vecinos habían puesto la música a todo volumen. Luis Fonsi proponía hacer las cosas muy despacito. Ella le hizo caso, como para no desentonar. El buen gusto se lo quedaban debiendo para la próxima, pero no podía exigir si no era su propia música.
Se bañó, pensando en la historia que debía actualizar ese día. Los personajes habían quedado estancados en una situación incómoda. Ella debía resolver eso o complicarlo más. El asunto es que no se le ocurría nada para hacerlo interesante.
Así que, al salir de la ducha, se puso lo más simple —lo primero— que encontró, se sentó frente al teclado y esperó. Esperó, largos minutos, a que la gran idea viniese a su cabeza. Sin mucha suerte.
Sus manos se retorcían de ansiedad por volver al teléfono. Y la idea no llegaba. Su almohada la llamaba a gritos. En su cabeza, nada. La gatita de la casa ronroneaba, a sus pies, sugiriendo mil planes de juegos. Ella seguía en blanco.
En un momento, sintió la primera señal.
Al instante, suspiró, resignada. Había confundido el abrazo de la musa con el apretón del hambre y el capricho de una cena con pasta.
Se levantó de su silla. Que la idea llegase mientras tanto.
Cuando se dio cuenta, había pasado una hora en la cocina. La siguiente hora se fue entre la limpieza —porque nunca sentía tantas ganas de limpiar la casa como cuando tenía otras cosas que hacer—. Pasada la medianoche, volvió a la pantalla en blanco, donde el cursor titilaba, impaciente.
¿Qué hacer?
¿Qué hacer?
¿Quéhacerquéhacerquéhacerquéhac…?
Los personajes seguían ahí, suspendidos. El tiempo pasaba lento para ellos, tan lento que se sentía como detenido. Para la escritora, en cambio, las horas se escapaban como agua entre los dedos.
Cedió, al fin, a una de sus mayores tentaciones. La página de reproducción de video más grande del mundo y sus alrededores la recibió con sugerencias alocadas en el inicio.
«Será mi fuente de ideas, por esta vez. Solamente esta vez» se mintió, esperanzada con que vicio y deber se pudieran fusionar un rato.
Cuando volvió a ser consciente, había pasado una semana entera ahí.
Lo supo, porque una idea asomó con timidez, desde el reloj de pared en la cocina. Ella quiso correr a anotarla, pero no llegó a tiempo. La siguiente tarea distractora llegó de inmediato.
«¿Y si ordeno la ropa de mi placard por colores?».
Cuando regresó a su intención original, dos meses enteros se habían ido.
Al año, de casualidad, logró completar la historia que venía escribiendo. Encontró la idea de rebote, durante una sesión veraniega de manicura para su gato. Luego, cerró los ojos y volvió a abrirlos en invierno.
Ya tenía la nueva premisa para su siguiente historia. Y mil ideas de cómo distraerse, también. Le quedaban por organizar sus vestidos por fecha de compra, los platos por tamaño y las macetas del patio.
***
Relato escrito para mi autodesafío de fin de año. Chau 2018. Hola productivida… zzzzz…
Uy, empecé a escribir esta ¿autocrítica? ¿anécdota? cuando todavía ni había guardado las cosas para mudarme de mi vivienda anterior. Me pasa en los últimos tiempos que las horas se pasan volando, los días, ni qué decir de los meses. Pero no es excusa para mi falta de actividad por acá.
Vuelvo, con más de este desafío y algo de las Cinco líneas de Adella Brac, además de un desafío de mi querida Maryere. Los invito a participar en ambos.
Prometo darme mi paseo por los blogs amigos y devolver visitas que vengo debiendo a varios que he visto comentando por acá. Los quiero. Espero que hayan pasado una muy feliz navidad.
Déjame que revise tus referencias. Has sido el mejor encargado de nubes en la galaxia SP-5 y hasta tuviste un puesto de director de lluvias de asteroides en la GH-2. Contigo habrá diversión, claro que sí. Por supuesto, ante el menor síntoma de vértigo, serás expulsado de aquí. No podemos darnos el lujo de tener un bailarín que no pueda dar las ochenta vueltas al planeta por ciclo lunar. Si queda todo entendido, ¡bienvenido a nuestro equipo!
Las palabras del reto de este mes: Contigo, síntoma, referencias.
Microrrelato escrito para el reto de octubre de las Cinco líneas de Adella Brac (es lo primero que escribo en un tiempo y sé que se nota, pero es lo que hay). Si quieren saber de qué se trata y/o se animan a participar, pueden hacerlo ingresando aquí.
Y ya el "contigo" me pegó el acento neutro para el resto del post. Ja.
Desde la mudanza (sí, he logrado mudarme hace pocos días), ya me han instalado el internet y, aunque sigo con muchas cosas que hacer y al llegar al final del día estoy muy cansada, quiero volver a leerlos. Extraño mi ronda de visitas por sus blogs. Espero que todo se normalice pronto. Si es que esa palabrita (normal) se aplica a la vida cambiante que todos tenemos. Los quiero, gracias por estar acá en estos momentos.
—No es que esté ansioso, claro —dijo el corazón, desde el frasco junto a la ventana—. Pero podría tener un lugar un poco más seguro. Ha llegado la primavera y… ya has visto el polen que anda por ahí…
—El polen no se ve —añadió el cerebro, en su bandeja sobre la otomana al pie de la cama—. Al menos, no con el ojo desnudo.
—Era una expresión, nada más —respondió el órgano rojo, algo irritado por la interrupción—. La cantidad de bichos que han aparecido es impresionante. Si hasta los pájaros se asoman a la mañana por acá desde el balcón.
—¡Cuánto drama!
—¡No es drama! Si estuvieras de este lado, no te reirías tanto. Ah, le tengo miedo a esa paloma gorda de ahí. Me mira y aletea con ganas. Sé lo que está pensando.
—¿En serio? —ironizó el otro.
—Sí, no necesito saber nada de aves. Me va a atacar en cualquier momento.
—Ay, cuánta queja...
—¡Ya cállense los dos! —rogó el hígado, sobre la alfombra—. Algunos necesitamos descansar.
Luego de eso, un silencio tenso se instaló en el lugar. Pero solo el cerebro y el corazón continuaron el duelo de miradas. Los pies dormían, al final de las piernas enredadas en las sábanas. Las manos tejían algunos planes, con agujas de color verde e hilo brillante de sueños. El estómago, mientras tanto, desalojaba a las últimas arañas que se habían instalado con la ira y el temor.
Entonces, desde un árbol cercano, la paloma intentó avanzar sobre el frasco del órgano quejumbroso. Pero todavía era temporada de vientos fuertes y el vuelo del pájaro fue desviado. Tampoco hubo tiempo para nuevas discusiones, porque una nube de pétalos rosados entró con la corriente de aire, hasta cubrir parte de la cama, la alfombra y la otomana.
Todos pudieron regodearse en el aroma dulzón que los invadió. Y una nueva energía corrió por la habitación. Una mariposa acarició las paredes del estómago con sus alas tornasoladas, luego otra y otra más. Las piernas se levantaron, de golpe, poniendo a los pies en marcha. Las manos dejaron lo que estaban haciendo, para tomar al hígado y al corazón, antes de que el organismo saliese por la puerta entero. O casi.
Porque el cerebro se quedó olvidado, en la otomana.
—Ya van a volver —aseguró, confiado, aunque con algunos pétalos pegados sobre el lóbulo frontal—. Quiero ver qué tan lejos llegan sin mí.
Así fue como el reloj comenzó su recorrido. Otra vez.
Eren corría, sin creer lo que había hecho. Nadie la perseguía. Lo único seguro era que, mientras llevara esa llave, el tesoro estaría cerca. Pero aún no sabía dónde. Entonces, ocurrieron dos cosas. Primero, una puerta apareció en la oscuridad. Allí estaba, la respuesta a sus plegarias, en el haz dorado que se colaba por la cerradura. Sin pensar más, ella abrió. A continuación, una avalancha de zapatos, en todos los tamaños y colores, le cayó encima.
Me hubiera gustado traer algo más largo, como el relato del año pasado, pero mis neuronas han hecho cortocircuito y lo mejor que me salió fue esta viñeta.
Espero que te rías con este mini relato y no te moleste mi manía de cerrar los cuentos con finales estrafalarios. ¡Feliz cumpleaños Eréndida!
Feliz domingo a todos, porque feliz se puede ser cualquier día que queramos. Yo estoy de buen humor porque empieza septiembre y se vienen mis alergias, digo, las hermosas flores que me hacen resbalar en la peatonal pero que alegran tanto la vista. Además, vengo con novelita nueva, en plataforma nueva.
Estoy participando en uno de los concursos de la plataforma Litnet por la publicación en papel de mi historia. Hay varios concursos, de diversos géneros. Yo voy a ir por el romance, ya que me había quedado sin publicar una comedia que, si bien es la continuación de Para un poco, Elisa, también puede leerse de forma independiente. Se van a ver varios de los personajes de la anterior, por si alguien los recuerda.
Si tienen curiosidad, pueden dar un paseo por allá. Espero que riamos todos juntos con la trama (realmente lo espero y que no se me desbanden los personajes y me salga un drama).
Título: Lo que sabe la reina mosca Autora: Yo, claro. Quién más se va a poner a escribir algo con un título tan poco atractivo. Género: Comedia romántica. Nouvelle. Sinopsis: Ya que Sienna no podía vivir de la aventura, quería ser una periodista de investigación. ¿Cómo, entonces, ha terminado así? En vez de correr tras la verdad, ahora corre cada mañana por la avenida, hacia su empleo en la revista más estrafalaria del grupo editorial de su tía. Su tarea: en la columna de curiosidades e informes.Y en eso está, colándose como una mosca por todos los rincones, con tal de conseguir un ascenso que la lleve lejos del grupo de locos de su redacción, cuando llega un nuevo dibujante para la sección de humor. Otro raro, el más raro de todos. Los secretos que el gracioso de los lápices trae consigo podrían enviarlo al circo, a sus primos a la ruina y, a Sienna, directo a la fama. Solo queda una cosa por preguntarse:¿Qué tan grande hará que sea el titular de esa noticia?
Odette colgó el teléfono y quiso secarse la cara. Metió la mano en el estuche rosa, junto a la lámpara de la mesita, y se le escapó un insulto. Tomó el contenedor y lo dio vuelta, lo agitó, miró por la abertura. Nada. No quedaba ni un mísero resto de papel.
Corrió al baño, sorprendida. Había gastado toda la caja de pañuelos durante esa llamada de una hora. Toda ella era hinchazón, ojos rojos, mocos, preguntas. No se dio cuenta hasta entonces de que había llenado su cama de pañuelos de papel usados, durante aquella discusión. Él se había ido, sí, estaría con otra para ese momento, sí. Y ella no podía dejar de pensar que era ridículo que una caja de pañuelos trajese tan poco contenido. Terminar con el corazón roto en pleno aniversario no era ya tan importante. Lo había visto venir. Secarse el llanto con el papel higiénico del baño, eso era patético.
Entonces, volvió a su cama y estuvo a punto de encender la televisión, para hundirse en las imágenes de la pantalla y no pensar hasta que llegase el día siguiente. Tiró los pañuelos usados en una bolsa y, entre el desorden, encontró su celular. Con el movimiento, se encendió la pantalla con alguna notificación esperando ser revisada en una red social y, en números enormes, la hora actual. A Odette casi se le cayó la bolsa con la basura que estaba juntando. Ni siquiera era de noche. La vida seguía, fuera de aquel departamento minúsculo y de ventanas mal ubicadas que solo mostraban las luces de los vecinos.
Se acordó, entonces, de aquel dicho popular de que la vida es corta, y se lavó la cara, se peinó y se puso ese vestido fucsia que le quedaba tan bien. Salió pensando en cuándo había sido la última vez que se había puesto esos zapatos de tacos tan altos.
Se miró en todas las vidrieras, de reojo. Cada espejo le devolvía una mirada desorientada, temerosa del futuro. Ya no habría viaje, ni casamiento. Ya no tenía sentido aquella casa de barrio, con tres dormitorios, que habían empezado a pagar. Ni siquiera su alquiler actual; debía dejar aquel departamento espantoso antes de que él regresara. El mundo se desmoronaba y el mañana se había roto, para convertirse en un rompecabezas de un millón de piezas. De esos que tienen un paisaje con mil casitas de mierda, todas iguales, o que representan el océano y sus cientos de pececitos nadando en grupos. Odette no entendía cómo alguien en sus cabales podía terminar de armar una de esas cosas.
—Oiga, si va a entrar, entre. Si no, salga del camino —dijo una mujer, con un cochecito de bebé.
Se dio cuenta de que hacía rato que estaba parada frente a la vidriera de una juguetería, mirando a la nada. Pidió disculpas y dejó salir a la clienta del lugar. Desde el interior, un empleado la observó y cerró la puerta en su cara. Perfecto, pensó ella. Ahora iría por ahí, asustando empleados de comercio.
Todavía quedaba un resto de sol, así que siguió caminando. Tuvo que comprar más pañuelos de papel, porque las lágrimas aparecían de repente, al ver cualquier detalle que la hiciera recordar lo ingenua que había sido. Era increíble cómo las cosas mínimas del día a día podían convertirse en cuchillas afiladas en la memoria. Nunca más compartiría nada con nadie. Si hasta las promociones del supermercado ahora le dolían.
Vagó por el centro de la ciudad, entre los peatones apurados y los que paseaban con sus bolsas enormes y sus críos que gritaban pidiendo cosas sin parar. Sus pies entumecidos por los tacones la llevaron hasta la concesionaria lujosa de la entrada del shopping.
Desde el cristal, Odette ya no vio su propia imagen. Lo que había adentro era mucho más impresionante que su rostro demacrado.
El Ferrari en muestra había sido el centro de atención de la ciudad entera, cuando lo habían llevado hasta ahí. Y no era para menos, en una provincia como aquella, perdida en un país como aquel, metidos en el mismo cuarto trasero del mundo.
Así que el auto relucía en su rojo anaranjado, mientras todavía algún cholulo se sacaba selfies. Y a Odette se le vino a la cabeza otro dicho popular.
Estaba cansada de llorar. Su nuevo paquete de pañuelos corría el peligro de quedarse vacío de nuevo. Pero todavía tenía salud. Y trabajo. Y un par de amigas que sí la soportaban. No le quedaba mucha familia, debía llamar por teléfono a su madre. Aunque, no ese día. Ese día se permitiría llorar un poco más.
Se decidió y entró al local. El vendedor salió a su encuentro y reculó cuando la vio sacar su teléfono, en camino directo al único auto interesante. El cholulo se cansó de posar frente a la carrocería y le dejó el espacio. Ella vio la oportunidad y, veloz, abrió la puerta del coche y se metió en el asiento del conductor.
La rodearon las promotoras, con sus caras hipermaquilladas. Los vendedores se miraban y no atinaban a hacer nada. El guardia golpeó la ventanilla con los nudillos, exigiéndole que bajara. Odette ya no lo oía. A quién le importaba.
Mañana sería un día distinto. Hoy ella iba a dedicarse a llorar. Como decía el refrán.
***
Relato surgido a partir de una conversación de lo más volada en Whatsapp.
Feliz viernes a todos, en especial al señor del correo que me dejó el aviso de visita, porque pasó casi un mes desde que hice el pedido de este libro y pensé que se había perdido en alguna parte (llámese aduana).
Por suerte, hoy he podido tener en mis manos otro de mis relatos en papel, formando parte de una antología. En este caso, se trata de la organizada por Sweek, la plataforma de escritura que realiza concursos temáticos con una palabra a incluir.
¡Buen miércoles! ¿Cómo están? Yo ando a full, en medio de un montón de asuntos por resolver, pero contenta porque todo está moviéndose hacia el cambio que esperaba. Ya falta menos para ver la luz (libertad, libertaad), pero no es de eso que vengo a hablarles. Comienzo sección nueva, de esas que no tienen fecha definida de publicación en el blog y solo surgen cuando las siento necesarias.
Hoy sería el cumpleaños de uno de mis escritores favoritos y debo celebrarlo. Me refiero al genial Ray Bradbury, autor de novelas y relatos futuristas y fantásticos, llenos de humor e ironía sobre la realidad actual (algunas cosas las escribió hace tiempo, sin embargo tienen una relevancia en la actualidad que siempre me sorprende).
Les dejo algunas reseñas sobre los libros que leí y que dejaron huella en mí, ya sea como lectora o escritora:
Tengo decenas en mi lista de pendientes, en primer lugar "Zen en el arte de escribir". Pero les dejo una adaptación de sus consejos, realizada por Pictoline:
Aylen quedó atrapada en las páginas de un libro de botánica, la mañana siguiente a su vigésimo cumpleaños. Esto fue mucho antes de que se inventaran los viajes interrealidades. Por eso, cuando la curiosidad de Milton lo llevó a meterse en aquel capítulo sobre coníferas donde la joven aparecía dibujada, ya habían pasado dos siglos. Al amor, que nació entre los dos, lo arruinaron las diferencias generacionales. Es que él era muy maduro para ella.
Las palabras del reto de agosto: páginas, antes, nació.
Lo estuve pensando mucho. Déjenme decirles que no ha sido fácil. Por momentos, puedo ser dinamita. Alguien que avance y tome lo que necesita, quite del camino a quien amenace a los suyos. Todos desean seguirme, llegar hasta el borde y convertirse en mí. Incluso los más pequeños, que en su número son tantos que no alcanzaría con las cajas de la casa para proveerlos en su ambición. Solo hay dos de mi clase. Y no más de una en cada bando. Pero, una vez que la función termina, vuelvo a la oscuridad y mi realidad de plástico blanco que se aplasta contra los demás no es tan divertida.
Lo he pensado. He intentado convencer al grupo. No me han hecho mucho caso, así que me he rendido con ellos. No sé qué esperaba, en realidad. No es que todos pudiésemos llegar muy lejos, con caballos que no saben lo que es una línea recta.
Así que voy a tomar la aventura por mi cuenta. Mi rey encontrará a otra que quiera seguirlo, un paso a la vez. Voy a dejar esta vida de negro y blanco, cuadro tras cuadro. Voy a rodar, a caer y perderme entre las pisadas de los gigantes. Si puedo, haré que la bestia peluda de esta casa me lleve a otros lugares, mientras más lejos, mejor. Tal vez alguien me vea, en el suelo, y me eche en aquel tarro que luego sacan afuera y una máquina enorme y mágica se lo lleva, más allá de los límites de…
—¡Mamá! —grita uno de los niños de la familia, sentado frente a su tablero y con las piezas esparcidas en el pasto—. ¡Otra vez se me ha perdido la reina blanca!
—No voy a comprarte otro ajedrez, Juancito —se oye, desde el interior de la vivienda—. Usá un poroto o algún muñeco en su lugar.
—Está bien —asiente el niño, a punto de llorar.
Parece que está por tener una rabieta y mira el desorden en el suelo, como si fuese a patearlo todo. Traga saliva y se contiene. Entonces corre a buscar un sustituto entre los juguetes de su baúl.
Detrás de él, una paloma gorda y de plumas marrones levanta el vuelo, llevándose en su pico la pequeña pieza de la dama blanca.
***
♦Veo que ando con el tema recurrente de los viajes, el escape y los nuevos horizontes. Es que no hay otras cosas que una adivina encerrada en un libro mágico pueda soñar. Me pone los pelos de punta la interpretación pasiva y suave que hacen del principio femenino encerrado en esta carta algunos tarotistas. Para mí el poder de una emperatriz está más allá de eso. Y, como es mi libro, voy a escribirlo así.
Si lo encuentra en su tirada:
Al derecho: Vas a ganar un boleto de avión, con vuelo directo a la playa de arena más blanca que hayas visto. Aunque tendrás que pagarte la comida y traslados. Ser una reina no quiere decir que todas las cosas vengan de arriba.
Al revés: Despertarás una mañana con un nido de palomas en la ventana. Te llenarán la casa de plumas y el canto de los pajaritos bebé no te va a dejar dormir. Pero la semana siguiente te darán un descuento enorme en productos de limpieza en el supermercado.
***
Nota: La finalidad de los significados de cada carta es entretener al lector y a la loca que escribe estas cosas. Ningún dato de este libro debe ser tomado como referencia seria, ni aplicarse a situaciones de la vida real. Dicho esto, sean libres de enviar sus propias interpretaciones de este arcano.
El director indicó que faltaba un minuto para salir al aire. Frieda se ubicó en su lugar e inspiró con fuerza, para soltar el aire despacio.
El estudio tenía la ambientación típica de los shows de la mañana: un juego de sillones con un par de columnas y una especie de cortinado de fondo. Se sumaba, en un costado, una cocina equipada y, al otro extremo, espacio para alguna demostración de fenómenos locales o el numerito con playback de algún cantante de medio pelo. Ella solía pasar tanto tiempo grabando, que incluso se encontraba en sueños en ese lugar. Pero nunca se quejaba.
Había días en que todo eso la enorgullecía. Aquel era su santuario.
Había otros días en que se sentía asfixiada. Esa era su cueva, el antro que la había tragado y no la soltaba.
Uno de los asistentes le encajó en la mano las tarjetas con las publicidades y el orden de las notas a presentar. Frieda no se movió, mientras la maquilladora le daba los últimos toques en la cara. La cuenta atrás se acercó al uno, cuando la luz de «aire» se encendió.
La conductora apretó las tarjetas en su mano y sonrió como cada día, dando su saludo a los espectadores.
Estaba sola de aquel lado, sentada en aquella butaca ridícula que desentonaba con el resto del lugar y escoltada por la estatua de un gran felino indistinguible (puma, jaguar, lo que sea, había dicho el director).
—¡Bienvenidos a Frieda en la mañana! Hoy, como siempre, con las mejores noticias y el entretenimiento para empezar la semana. Para este lunes, tenemos a los equilibristas del…
Ella continuó hablando de las maravillas que podían hacer los acróbatas que esperaban detrás del decorado, tratando de ignorar que las indicaciones en el auricular en su oído izquierdo habían cambiado, del ritmo normal a una marea de gritos agitados. En el balbuceo de excitación de su joven productor, la conductora imaginó de qué podía tratarse. Una cadena nacional del presidente, anunciando que, en realidad, formaba parte de una raza de reptiles espaciales. O una noticia de último momento, con algún hallazgo criminal hiper-sangriento.
De inmediato, su experiencia le dio la pauta a seguir. Era su imagen la que estaba al aire, no la de esos niños que jugaban a manejar los hilos de su programa.
—…pero primero, vamos a dar lugar a una interrupción. Luego estaremos con ustedes —alcanzó a decir, como si todo formara parte de la rutina preparada y no estuvieran los guionistas del show tirándose de los pelos detrás de cámaras.
Apenas la luz de aire se apagó, Frieda se arrancó el auricular y lo tiró al suelo. Estaba harta de las órdenes de aquellos mocosos incompetentes que bien podrían ser sus nietos. Iba a gritarles sus verdades, cuando se dio cuenta de que debía guardar su voz para las cuatro horas en vivo que le quedaban ese día. Sin contar las del resto de la semana.
Con un suspiro, se sentó en la butaca de nuevo, mientras la maquilladora se le acercaba con cautela con su brocha. Un técnico se le sumó, para probar que todavía funcionara el aparato junto a sus pies y volver a colocárselo en la oreja.
Ella intentó concentrarse en algo que le quitara el malhumor. La razón de su interrupción podía ser interesante. En especial, si ella debía comentar algo sobre eso después. Sabía que los guionistas le pasarían a la producción una serie de frases que la salvarían; sin embargo, prefería saber de qué estaba hablando.
«A ver, ¿qué será? ¿Presidente reptil o flash informativo sangriento?» apostó, consigo misma, a la vez que espantaba de un manotazo a la joven que le cubría la cara de polvo compacto y se levantaba de nuevo del asiento.
Se acercó al monitor y vio que no se trataba de una cosa, ni de la otra. Era una noticia, sí. Pero sobre algo que la hizo ponerse colorada, hasta las orejas.
Frieda sintió que un calor espantoso le subía desde las entrañas, hasta casi asfixiarla de la vergüenza, y un sudor frío le cubría la espalda y las palmas de las manos.
«No. Esto no puede estar pasando. ¡No todavía!».
El horror la hizo retroceder, fuera del alcance de todos.
Su secreto. No su secreto, por favor.
Sin embargo, ahí estaba. En la pantalla, su escondite, su tesoro, la razón de su juventud duradera. En el lugar menos visitado de las sierras, junto a una montaña antigua y sin atractivo para los caminantes, se situaba un lago poco profundo. Allí, se había caído una pareja de adolescentes que habían escapado de sus casas. Sus fotos habían estado en las noticias por semanas, la misma Frieda había hablado del asunto en su programa. Cuál había sido la sorpresa de los padres de ambos, al encontrarlos de regreso en sus casas, con un retroceso físico de diez años. Ahora, los fugitivos apasionados solo eran niños en edad de ir a la escuela primaria.
A pesar de la incredulidad y las burlas de la mayoría, mucha gente había corrido al lago. Algunos, para probar el efecto en sí mismos. Otros, para rezar en un santuario improvisado al santo de su elección o recitar a los gritos fórmulas de exorcismo de diversas religiones. Cada grupo tenía su espacio en la orilla. Incluidos los padres de la parejita, con el niño que tiraba del pelo de la que había sido su novia.
Desde el fondo de su cabeza, en la maraña de pensamientos llenos de ansiedad, Frieda oyó una voz ronca pero femenina, que se imponía entre todas.
«¡Calmate, cambiá esa cara! Ni que la desaparición de esos chicos calenturientos hubiese sido culpa tuya, mujer. Algo se nos va a ocurrir» dijo, invisible, dentro de la mente de la conductora.
Aquello hizo que ella se girara, por impulso, hacia la fuente de donde sabía que venía el mensaje. No era la primera vez. Y no sabía si era la única que podía oírlo. Lo único seguro, era que de aquella estatua de felino de especie indefinida venía el aliento de su espíritu guía. Era quien la había iniciado en toda aquella aventura a espaldas del mundo.
«Tampoco te quedes mirándome así, tonta, que el estudio está lleno de gente» la amonestó la estatua, con un gruñido.
Frieda se dio vuelta y caminó, nerviosa, de un lado al otro del estudio. En el monitor, habían terminado con el flash y entraba la pauta publicitaria de aquella hora.
«Se acabó. Se terminaron los chapuzones privados cada mes. Chau juventud mágica» pensó, angustiada, e ignorando a la felina que protestaba con su telepatía porque ahora ya no le hacía caso.
Recibió las nuevas indicaciones por el auricular desde producción, segura de algo. Sí se le ocurriría una forma más terrenal de conservar su belleza.
«Callate, gatita. Ahora, el poder que queda lo tengo yo» dijo, y la estatua no volvió a hablarle por el resto del programa.
Ella se acomodó, decidida, en la butaca de siempre. Inspiró hondo, recibió sus nuevas tarjetas y esperó la nueva luz de «aire». Nunca debería haber perdido su tranquilidad por aquel lago. Siempre le quedarían mil secretos mejor guardados y con mayores beneficios.
«Al menos, tengo mis ahorros para un buen cirujano plástico. No pienso perder la compostura. Y si querés seguir en cámara, gatita, vas a tener que ofrecerme algo más a partir de ahora» dijo, en su cabeza, mientras pasaba un dedo por la cabeza del puma, jaguar o lo que fuese a su lado.
«Vamos a ver» respondió la voz, ronroneando.
La producción ya le avisaba que se preparara porque volvía al aire. Su precioso aire. La programación continuaría de forma normal. Lo demás, podía esperar.
***
♦ Me llama mucho la atención el felino raro que acompaña a la Sacerdotisa en algunas versiones. Aparte de eso, esta carta siempre se me hizo más un oráculo, la guardiana de un gran poder o secreto, antes que una versión femenina de un sacerdote cristiano. Así que me la imaginé guardando la fuente de la juventud y haciendo mucha plata con eso. Porque sí, es lo mismo que haría yo, señores. En vez de eso, acá me ven, pagando el precio por fingir ser una adivina del futuro y encerrada en este libro a la espera de que me escriba, esta maldita autora perezosa.
Si lo encuentra en su tirada: Al derecho: Encontrarás un poder oculto en algún objeto cotidiano que te convertirá en la mujer más sabia y hermosa de la Tierra. Sí, si sos hombre también. Disfrutá la transformación.
Al revés: Las estatuas de gatos se convertirán en tu amuleto de la suerte. Eso y las sillas de diseño que son más caras que un sofá de tres cuerpos y más incómodas que sentarse en el piso.
***
Nota: La finalidad de los significados de cada carta es entretener al lector y a la loca que escribe estas cosas. Ningún dato de este libro debe ser tomado como referencia seria, ni aplicarse a situaciones de la vida real. Dicho esto, sean libres de enviar sus propias interpretaciones de este arcano.
Sé que está llegando la mañana
pero no puedo dejar mi teléfono.
Es que no me llega el sueño, sí.
Así que estoy en Instagram, Instagram otra vez.
Hay tantos peces gordos acá,
algunos incluso están de vacaciones.
No les di like,
porque se siente como si yo fuera el único
metido en Instagram, Instagram.
Es un problema.
En todo el mundo,
es la misma canción de amor.
Pero no llega a tocarme;
en esta noche
hay demasiados pensamientos.
Es complicado,
cambiar tan seguido.
No quiero hacer esto.
Maldita Era de la información.
Definitivamente hay un problema,
en estos días, saber más
te hace más miserable.
Mientras pasa el tiempo
se hace más difícil.
¿Acaso soy el único?
No quiero ir a bailar.
No quiero mirar una película. ¿Qué más hay
para hacer?
Solo termino en mi barrio.
Hay un hueco en mi corazón.
Nada puede llenarlo, sí.
Me estoy hundiendo ahora
en un océano cuadrado.
Es un problema.
En todo el mundo,
es la misma canción de amor.
Pero no llega a tocarme;
en esta noche
hay demasiados pensamientos.
Tururutu tururutu
Tururutu tururutu
Toda la noche
solo gastando el tiempo así
dentro de Instagram.
Solo, solo, tan solo.
¿Siempre las cosas son así de difíciles?
No hay forma, no hay forma, en este feed
la gente está viviendo en un mundo distinto al
mío.
Soy inútil
posteando estas fotos.
Nadie sabe
mis sentimientos ocultos detrás de ellas.
Estoy vagando de nuevo
dentro de Instagram.
Sí, así que, ¿cómo estás estos días?
Yo sigo igual, no puedo dormir.
Tu pelo corto se veía tan lindo.
pero no le di like,
porque parece un poco gracioso.
Tururutu tururutu
Tururutu tururutu
Toda la noche
solo gastando el tiempo así
dentro de tu Instagram.
***
Inauguro sección, dentro del espacio de secciones sin día de publicación fija. Esto fue divertido, la verdad es que me encanta Dean y sus letras, pero hoy me vi con una idea para un relato que creí que iba a ser espectacular. Hasta que me di cuenta de que, inconscientemente, la había sacado de esta canción. Iba a escribir algo igual a esto. Mejor vengo y dejo la letra traducida, voy a ser honesta. No vaya a olvidarme y luego mandar un relato plagiado a un concurso. Ja. Buen castigo hubiese sido.
La reflexión sobre esto de la imagen, la Era de la información y ciertos asuntos personales me hizo amar este tema. Por las dudas, busquen a Dean, tiene otros temas igual de buenos.
Por eso es que llamé a esta nueva sección "Hallazgos musicales". Mejor me saco las ganas, dejo la letra de esta canción por acá, y luego escribo algo distinto.
Nota: No sé si "peces gordos" sea la traducción correcta para "hotshots" pero es la que me pareció más cercana.
Y ustedes, ¿conocían el tema? ¿Tienen otros sobre la temática para recomendar? Déjenme sus ideas en comentarios.
¡No estaba muerta, estaba de parranda! Ok, tampoco de parranda, si voy a ser sincera. Ando con asuntos personales, entre ellos mi mudanza (que ha tardado más de lo que había imaginado) y algunas cuestiones familiares. Por eso, mi cabeza no ha dado ni un solo relato decente. El próximo arcano del Tarot de Madame Ceyene está a medias en borradores, y ni siquiera estoy segura de no borrar lo que tengo para empezarlo de nuevo. Por ahora, voy a descansar un poco más para darme la posibilidad de volver con todo.
Pero no quiero estar inactiva en el blog. Los quiero mucho y pronto voy a pasarme de nuevo a visitarlos.
Ahora dejo dos de mis novedades en escritura y lectura de estos días:
♦ Lectura:
El último deseo, de Andrzej Sapkowski: Llegó a Argentina la edición de los libros de la saga Geralt de Rivia, así que apenas lo supe he corrido a la librería a encargarlo. No sé cómo tardan en traer las cosas al interior, si estamos en una época en que se puede viajar de una punta a la otra del país en pocas horas. Estuve más de una semana, desde que escuché el anuncio en un programa de radio de Buenos Aires, hasta que pude encontrarlo en una librería de acá. Lo bueno es que ¡ya lo tengo! Geralt está en mi biblioteca en físico, por fin. Así que voy a releer El último deseo. Si desean ver la reseña que hice cuando lo leí por primera vez, están invitados a pasar. Teoría King Kong, de Virginie Despentes: Otra lectura en digital que me encantó y me dio mucho gusto encontrar en físico, así que me la traje a casa para disfrutarla otra vez.
♦ Escritura:
Sigo con el arcano II, la Suma Sacerdotisa. Me está costando encontrar la idea de fondo, por el momento estuve leyendo en distintas webs que se toman muy en serio el asunto del tarot, para alimentar el personaje de Madame Ceyene y saber más sobre la simbología del diseño de la carta. De algún lado voy a sacar el próximo relato, eso seguro. Varma (parte IV de mi saga de los espíritus del fuego): Esto es el final de una saga que empecé allá por el 2014 con Refulgens, luego seguí con Kydara y Suhri. Estuve muy bloqueada con esta historia, desde fines del año pasado vengo corrigiendo, borrando y volviendo a escribir los primeros capítulos. De a poco voy avanzando y para eso estoy utilizando los Camp NaNoWriMo. Esta vez, el de julio debería ayudarme a introducir el conflicto principal y terminar de entrar en el ritmo de lo que ocurre.
Así que esto es todo, por ahora. ¿Ustedes qué están haciendo por estos días? Cuéntenme si ya conocen algo de estos libros, o si están participando en el Camp. Voy a pasar a hacer mi ronda por los blogs de siempre antes de terminar con el finde largo.
¡Feliz 9 de julio para todos los argentinos que pasen por acá!
Venía diciendo que iba a hacerlo, que tenía ganas de grabarme algo en la piel desde hace años, pero no me animaba a concretarlo. Hace poco, me obsesioné con algunos diseños que me parecieron interesantes y me di cuenta de que no tenía que ser el mismo dibujo que pensé en mi adolescencia, que podía ser más que un capricho y significar algo.
Me decidí por la pluma en mi antebrazo derecho, como una daga oculta que utilizo cuando la necesito. Y el diseño es super tierno, redondeado y con matices. No pudo haber salido mejor.
Amo a mi pluma. A lo mejor le haga un tintero que la acompañe en el otro brazo, no sé. Antes de decidirlo, voy a esperar a terminar esta experiencia (la curación es todo un proceso lleno de detalles, por lo que estoy viendo). Pero ya sé que voy a hacerme el próximo.
Tendría que hacerle un cuento a mi nueva pluma. Cuando esté curada, voy a premiarme dándole una historia.
«Usted tiene… —silencio antinatural del ordenador, buscando el pedacito de grabación correspondiente a la cantidad indicada en sistema—: un… —silencio más corto, que casi disimula la rareza del primero— mensaje nuevo en su casilla. Para escuchar todos los mensajes, presione uno».
El sonido de un dedo tocando levemente la pantalla del móvil es difícil de describir ya que es casi inexistente, pero si hubiera un micrófono hiper-potente instalado en aquella habitación, sería eso lo que se oiría.
De inmediato, el altavoz procede a emitir la voz chillona de un hombre en sus veintitantos, alimentada por la simpatía del que se ha tomado ochenta cafés ese día. Y no solo eso. También hay algo más en el fondo; algo oscuro y misterioso que, aunque todavía no se revela, el receptor puede presentir.
—Sabemos que no podés atender esta llamada porque sos un tipo ocupado, así que te dejo esta propuesta. Si no la escuchás ahora, voy a insistir, no porque quiera molestarte, sino porque sos valioso para mí, para todos nosotros. Te queremos. Sos un campeón. Cada minuto tuyo es plata acumulándose; vos creás y la gente se queda con la boca abierta, se desgasta las manos batiendo palmas para verte.
La sorpresa del dueño del teléfono deja a la voz chillona como único sonido en la habitación. Por un momento, la sospecha se desvanece y el sol del atardecer en la ventana se pone más rosado. Más brillante.
—Tenés todo en tus manos y lo hacés bien. Lo tuyo es magia —continúa la voz, con amabilidad que desborda—. Pero, ¿sabes qué? Podrías ser más. Podrías ser una estrella. Multiplicar cada uno de tus minutos por cuatro, por diez, hacer más plata, más magia. Ahora sos como un equilibrista, haciendo malabares sobre una ruedita. Nosotros vamos a darte una carroza para que vayas más cómodo y llegues al infinito.
La noche comienza a insinuarse entre las cortinas, igual que las verdaderas intenciones de aquel llamado. Un suspiro resignado se suma a los sonidos de ambiente.
—Imaginate la gente. Más creatividad, más arte, más aplausos —sueña despierto, el cafeinómano desesperado—. Y por un ínfimo honorario al mes. Te vamos a dar lo mismo que a los grandes, por el precio de los chicos. Con la suscripción, te damos los primeros tres meses con un súper descuento. Y el total no es nada más que…
El dedo se encarga. La magia de la tecnología deja mudo al altavoz, en un instante.
«Mensaje borrado —anuncia la voz mecánica de siempre—. Para volver al menú principal, marque…».
Un nuevo toque sobre la pantalla y el silencio vuelve a reinar. Lo único que sigue, en la penumbra que avanza sobre la sala, es el resplandor del teléfono mientras su dueño vuelve a dar otra orden, con movimientos rápidos.
«¿Desea bloquear las llamadas de este número?» reza el mensaje, en letras negras sobre el blanco.
La respuesta es obvia.
***
♦ Cuánto lleva en las manos, pobre Mago. Y con ese infinito en la cabeza, qué difícil peinarse. En la baraja de Rider-Waite, el Mago tiene una mano alzada al cielo y la otra apuntando hacia abajo. La primera, como símbolo de la recepción de la inspiración y energía del universo. La segunda, es la concreción de todo eso hacia la acción.
Soy fan de esa baraja. Por lo transparentes que son sus significados en los dibujitos que tienen, una nunca se queda sin algo que decir a los clientes incautos).
¿Qué? ¿Se pensaron que esto iba a ser una interpretación seria del tarot? Pobres almas inocentes.
Si lo encuentra en su tirada:
Al derecho: Ha llegado el momento de dejar el Instagram, sentarse a la compu y volver a escribir.
Al revés: La procrastinación ganará. En vez de un libro aclamado por los lectores, lo único que podrá crear serán malas selfies, con filtros cursis. (Nótese el sarcasmo hacia mi autora, que me ha dejado adentro de este libro mirando la tapa cerrada, sin hacer nada, por más de un mes. ¡La vida sigue! ¡A todos nos pasan cosas! ¡Dejá de lamentarte y volvé a lo que te hace feliz!).
*** Nota: La finalidad de los significados de cada carta es entretener al lector y a la loca que escribe estas cosas. Ningún dato de este libro debe ser tomado como referencia seria, ni aplicarse a situaciones de la vida real. Dicho esto, sean libres de enviar sus propias interpretaciones de este arcano.
Dolió mucho. Como arrancarse un brazo. Lloró, no pudo dormir, hubo un par de días en que deambuló entre casa y el trabajo como un zombie, automatizando la mitad de lo básico y olvidando la otra mitad.
Luego recordó que venía doliendo de antes. Estaba incómoda, era un fantasma desde hacía mucho. Sentía que se asfixiaba, quería salir huyendo. Pero estaba ciega. No relacionaba una cosa con la otra.
A veces se preguntaba, «¿Y si hay algo mal en mí?». «¿Y si estoy fallada, si no tengo capacidad de disfrutar la vida?». Luego pensaba en que no valía la pena cambiar nada. Los cambios la aterraban. Creía que estabilidad y quietud eran lo mismo.
Hasta que el cambio tocó a la puerta. Y ella tuvo que decidirse a abrir.
Lo más doloroso para ella fue dejar la comodidad del limbo. Porque del infierno hubiera sabido cómo escaparse. El limbo la llamaba, la dejaba acurrucarse en sus nubes grises, su música al otro lado de la pared y sus ventanas cerradas para que no entrara el sol. El limbo la devoraba, en medio de gastos inútiles que no llenaban, jornadas laborales frenéticas y una letanía de «te amo» dichos por inercia.
Al final, tuvo que salir y dejar que la lluvia lavara su tristeza. Decir adiós nunca es fácil, menos si todavía hay amor. Pero al paraíso hay que ganárselo. Y ella todavía llora, a veces, pero es optimista.
Aunque el paraíso ha cambiado, sigue ahí, como un objetivo lejano pero no imposible. Algún día lo van a merecer los dos. Aunque no lleguen juntos.
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Esto es lo más horrible y poco inspirado que he escrito. Pero necesito poner algo. Me arrepentiría de no dejar constancia de este momento, supongo. Vengo vacía desde hace rato (al menos ya sé la razón, es un avance) y creo que las ideas de a poco están volviendo. Mirando la actividad del blog, mi bajón de publicaciones coincide mucho con el momento en que empecé a replantearme cuestiones profundas. No puedo hacer dos cosas a la vez, parece. Lo bueno es que ahora mi cabeza queda libre para volver a pensar en mi amada ficción.
Disculpen la exposición personal, tómenlo como un post reflexivo-delirante.
Voy a volver al blog como antes, con las visitas que debo y los cuentos del tarot. Necesito juntar fuerzas de nuevo. Gracias a los que están todavía por acá. Leo sus comentarios, pronto voy a responderles. Empieza una nueva etapa y que la vida siga.
Un día, quiso salir de viaje. Se despertó con una revelación, de esas que sacuden y lo vuelven a uno liviano, livianito. Bajó a la cocina, sin cambiarse el pijama, y sacó un poco de pan. Cargó el termo con agua caliente, alzó el mate y la yerba, tomó un par de calzoncillos y camisetas y metió todo en la mochila.
Así, se fue sin saludar ni cerrar la puerta que daba a la calle. El perro del vecino lo siguió, a puro ladrido, hasta la esquina. El animal parecía desesperado por recordarle algo. Él iba emocionado, todavía un poco dormido. El sol se había escondido detrás de un manto claro de algodón y el viento fresco del otoño se hacía sentir.
El perro empezó a saltar, tratando de colgarse de su pierna. Él lo ignoró. No iba a detenerse. Si lo hacía, tendría que ponerse a pensar en lo que estaba haciendo y no había nada más que reflexionar. La vida era acción, movimiento. Por una vez que se animaba a vivir, lo mejor era no darle tiempo a la duda.
Entonces, su pie derecho se dio con la nada, arrastrando con la inercia al izquierdo y con él a su trasero al vacío. La caída sorprendió al joven y no pudo ni gritar.
El precipicio no era tan alto, pero él no paraba de rodar entre las piedras. La arena se le metió en los ojos y el pelo. El barro lo recibió al final del surco, excavado poco tiempo antes en esa parte de la cuadra por la que él nunca doblaba.
Los ladridos del perro, que se había quedado arriba porque no era tonto, se mezclaron con los ruidos de las corridas de los obreros. Sus cabezas asomaron, preocupadas. Las preguntas y los insultos por el descuido se mezclaron con nuevos ladridos, probablemente con el sentido de «te lo advertí».
Él se quedó un rato ahí, molesto, mientras empezaban a bajar para ayudarlo.
Todos los días abrían alguna zanja nueva en esa ciudad. Ya no se podía ni deambular con la cabeza en otra parte por el barrio de uno.
***
♦ Este es el Arcano sin número, porque El Loco es así. Algunos lo ponen como un rebelde, yo lo pienso más como un romántico que sueña con un orden relativo de las cosas.
Si lo encuentra en su tirada:
Al derecho: Tenga cuidado cuando salga por la cuadra. Puede haber baldosas flojas o perros con ganas de jugarle una broma pesada.
Al revés: Quédese en su casa. Fíjese que el perro ha quedado de cabeza, se le va a caer encima.
***
Nota: La finalidad de los significados de cada carta es entretener al lector y a la loca que escribe estas cosas. Ningún dato de este libro debe ser tomado como referencia seria, ni aplicarse a situaciones de la vida real. Dicho esto, sean libres de enviar sus propias interpretaciones de este arcano. Hasta la próxima. Los saluda desde su escondite, Madame Ceyene.
Me dijeron que esto sería seguro. Que tendría clientes a montones, que las monedas lloverían sobre mi cabeza. Les creí. Tonta de mí. No comprendía en lo que me estaba metiendo. Cuando me llamaron para este encargo, no me dijeron que iban a encerrarme en este libro y que debería esperar a que alguien lo abriera para dar mis predicciones. Ahora se van a joder. No pienso hablar del futuro. Cada carta será una historia; voy a inventarlo todo.
Palabras del reto de abril: Llamaron, comprendía, seguro.
Oh, sí. He vuelto a desaparecer. Esto debe ser ya el desierto de Kydara. Voy a volver en mayo y esto no es promesa, es necesidad. Que si no escribo, me marchito.
Ahora, doy la bienvenida a mi nuevo personaje, pariente cercana de Elisa: Madame Ceyene. Viene nueva tanda de cuentos, esta vez con una idea que quise poner en marcha desde hace mucho: mi propio Tarot en relatos. Por ahora, voy a abarcar los arcanos mayores. Si me entusiasmo, voy a ir por los menores. Habrá historia de fondo también. Empieza en mayo y será un relato por semana.
Les debo una montaña de visitas, tampoco me olvido. Besos, si todavía queda alguien por acá.
He vuelto, feliz por haber terminado El corazón del minotauro, mi fanfiction de veinte capítulos en wattpad (y que tardé casi un año en escribir, como si hubieran sido el doble. Soy leeenta).
¿De qué se trata? Esta es una versión más liviana de la maratón de escritura que se realiza todos los años en el mes de noviembre. Se nos permite comenzar o adelantar un proyecto existente, poniendo nuestro propio objetivo en cuanto a palabras u horas escritas. Se puede participar en grupos (denominados cabañas, o cabins), para darnos aliento, sacarnos dudas o solo interactuar con otros hasta que la fecha límite esté más cerca y todos entren en modo super rápido para completar la meta.
Todos los años tengo muy buenas experiencias, tanto de forma individual como en cabañas con otros escritores. Así que se los recomiendo.
—Señora, ya estamos por cerrar —dijo el camarero. Ella levantó la vista de su cuaderno. Tenía los ojos enrojecidos por el cansancio. Y no había podido escribir ni una sola línea en toda la tarde. —Ya me voy, no se preocupe. Se levantó, pagó la cuenta y salió a la calle oscura. Los árboles le contaban historias, en los susurros del viento sobre sus ramas. La luna la miraba con una leve sonrisa. Ella los ignoró, concentrada en su teléfono otra vez.
Las palabras del mes de marzo: Señora, leve, árboles.
He vuelto. Después de dos meses sin dar señales por el blog, ya extraño venir por acá. Me he metido en mil cosas este año, pero espero poder organizarme mejor pronto para volver como antes. Voy a visitar a los blogs de siempre y a responder comentarios de los que dejaron. Los extrañé ♥
Úrsula entró a la casa, arrastrando la valija con dificultad. Cada vez que pisaba de nuevo el país, su equipaje venía más pesado, cargado de recuerdos. Pequeñas licencias de pasajera frecuente.
Se consideraba una experta en tomar todo lo que no estuviera atornillado, pegado o empotrado en las paredes de un hotel. A veces, ni esas circunstancias la detenían.
En esta oportunidad, el Hotel El Décimo Sello había sido un desafío distinto. El lugar no tenía de hotel más que el nombre, porque se veía —y se sentía— como una posada familiar. Había estado bien para sus negocios en Shanghái. Aunque los chinos que la atendían no eran muy amables, la decoración no sobresalía por su buen gusto y la comida era muy picante, el precio era accesible.
Como agregado a las rarezas del lugar, la anciana en la recepción había sido muy insistente al advertirle de no llevarse nada de la habitación. Ella había asentido, con la mejor sonrisa de turista. Una vez a solas, las figuras de animales mitológicos orientales la habían mirado fijo, con la desaprobación grabada en sus rostros de piedra, mientras ella evaluaba cada detalle que pudiera robarse.
Había desistido con las batas de tela estampada y las cortinas. Sin embargo, la habían obligado a devolver dos de los dragoncitos al hacer el check-out. Cómo lo habrían sabido, no tenía idea. Pero el escándalo que había armado al verse descubierta había sido digno de recordar.
Ahora, sonreía satisfecha con el pequeño jabón azul que sostenía en sus manos. El sello en el logo del hotel era el mejor adorno. Y el aroma de cada baño había sido único. Debía tenerlo en casa también, al menos una última vez.
Dejó sus cosas del trabajo, abrió las ventanas para que entrara el aire de la primavera occidental y fue a encender la ducha. El vapor empañó el espejo y Úrsula no fue capaz de ver la luz que emanaba el objeto robado, abandonado sobre la pileta de manos mientras ella se desvestía.
Puso algo de música en la sala, antes de volver al espacio que ya parecía un sauna. Se quitó la vincha del pelo y se lo sacudió. Tomó el jabón, rasgó el papel y, al liberarlo, lo llevó a su nariz. El sello azul cayó junto al inodoro, mientras ella avanzaba hacia la mampara de vidrio. El aroma de aquellos productos caseros era concentrado, exquisito, distinto a cualquier cosa que ella hubiese conocido en su vida de ladrona de cosas insignificantes.
Abrió la puerta de vidrio, con un suspiro, encantada con la fidelidad del perfume.
Puso un pie en el suelo húmedo. Puso el otro y la mano con el jabón entró en contacto con la lluvia.
Entonces el suelo se abrió, dejó de ser sólido. Ya no fue cerámico, ni conocido en sus terminales nerviosas. Se había convertido en el agua de un mar tormentoso. Úrsula alcanzó a gritar un instante antes de hundirse en la masa azul, en medio del océano Pacífico.
Ella se removió, braceó, con el horizonte infinito moviéndose frente a sus ojos. El Décimo sello se dibujó en líneas transparentes sobre el agua helada y brilló, como una última advertencia. Sin embargo, la mujer se negó a soltar su botín.
El frío y la agitación del agua eran espantosos. Así y todo, el perfume exquisito del jabón robado seguía impresionándola.
El décimo sello de la etiqueta abandonada en el suelo de su casa, allá lejos, empezó a teñirse de rojo. La rodeó con sus caracteres chinos y giró en círculos, hasta apretarse en torno a su garganta.
Úrsula sintió que todo aquello era muy real, aunque solo hubiese resbalado en la ducha y estuviese delirando. Se hundió despacio, entre las pequeñas olas del mar, hasta desaparecer como una mancha en las profundidades. El jabón estuvo en su mano hasta el último instante.
***
Esto se me ocurrió cuando abrí un jabón y el perfume me llevó derechito a unas vacaciones en el campo, cuando era chica. El nombre del jabón era "Marino". Lo demás se escribió solo.
Y con esto, terminan los diez relatos programados en mi reto con el número diez y un hecho paranormal. Estoy feliz de poder cumplir con el desafío, aunque haya tardado más de dos años entre la idea y este final. No voy a volver a plantearme nada así de rígido otra vez, wiii...
Aquella noche, todo se fue al diablo. El frente de magos azules, que venía resistiendo, cayó frente al invasor. Los remolinos de energía se llevaron todo, hasta llegar a nuestra base de operaciones. Entonces, justo cuando nuestro destino estaba por sellarse, una voz sonó desde el cielo. Era fuerte como el trueno y hermosa como decían las leyendas. «¡A dormir! Ya son las diez y mañana hay que ir al colegio». Luego, el silencio. Habíamos sido salvados.
Aprovecho para agradecerle por la medalla de oro por el cumplimiento.
Me encanta, está preciosa y la he puesto en la barra lateral del blog, para lucirla con orgullo. Incluso en los meses en los que me ha sido muy difícil encontrar ideas para escribir, este reto me ha mantenido activa. Gracias a Adella por eso. Recomiendo mucho participar, es un buen desafío.
O eso esperamos todos, cuando estamos en primero de enero. Por mi parte, tengo varios objetivos para este nuevo período que comienza. El principal es aprender a manejar mejor mis tiempos.
Pero también:
○ Quiero ponerme más seria con lo que escribo, ser más constante y no desaparecer del blog sin aviso.
○ Sacar mi propio libro de cuentos, con material que les guste a ustedes y a mí también.
○ Leer más de los autores que me gustan, los que admiro y aprender de cada uno. Entre ellos están muchos de los que suelen dejar comentarios por acá.
○ Terminar las dos historias largas que comencé en Wattpad (El corazón del minotauro y Varma).
A veces, quiero preguntarles cómo hacen para escribir y seguir sus responsabilidades, para hacerlo divertido y bien. Estoy en proceso de descubrirlo por mi cuenta. Porque el año pasado me divertí, pero también me descuidé bastante.
Voy a ponerme la meta de mi propia publicación en Amazon. A lo mejor, para que en el 2019 pueda hacerlo realidad, debo empezar en el 2018.
Felicidades a todos. Les deseo un nuevo año lleno de ideas y tiempo para hacerlas realidad.