La cena ha sido
muy simple, pero ha ido por cuenta del tal Norman, así que me ha hecho un
favor. Con lo nerviosa que estoy, no creo que hubiera podido comer mucho. He
guardado bien el dinero en esa hoja del periódico, no hay nadie más
hospedándose aquí que yo. Respirá hondo, Marion. Date una ducha, descansá un
poco. No hay nadie detrás tuyo todavía.
Voy al baño y
trato de dejar afuera mis preocupaciones al cerrar la puerta. Suspiro y dejo
caer mi bata a mis espaldas. Ya en la bañera, cierro del todo la cortina
plástica, abro la llave y enfrento a la lluvia cálida que empieza a empaparme. Una
alegría casi infantil me invade.
Marion, estás a
salvo ya.
Dejo que el agua
caiga sobre mi pelo y abrazo esta sensación de calidez, de calma, que da el
agua tibia cubriendo mi piel. Ojalá quedarme así, para siempre. Casi logro
olvidarlo todo mientras me enjabono entre el vapor caliente. Entonces, la
cortina se corre y allí está Norman. ¿Qué hace vestido así? ¿Por qué lleva un
cuchillo?
* * *
Microcuentro escrito para el desafío de Bruno en El tintero de oro: De la escena... ¡al micro! (click en el link para ver la iniciativa y los demás relatos publicados por los participantes).
La escena de película elegida es la de la ducha de la pobre Marion en el motel Bates en Psicosis, de Hitchcock. De mis películas preferidas y la razón por la que durante mi adolescencia no le di la espalda a la puerta del baño cuando me bañaba. Cosas de una.