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Y luego, la nada

Y luego, la nada

29 noviembre 2020

Un viernes más en la cabina del dj. Otra noche con el volumen al máximo y los nervios de Nicolás comenzaban a alterarse.

No había podido barrer a la muchacha del vestido fosforescente como a los demás espíritus corrientes, girando un par de perillas en la consola. Pero tampoco la extraña de ojos blancos se había acercado a él. Ni siquiera lo había seguido fuera de allí, como hacían los otros de su clase.

Cada vez que un espíritu parecía resistente a su música, resultaba ser una enorme molestia que no conseguiría sacarse de encima por semanas, hasta que el fallecido se diese cuenta de que no obtendría nada de él y desapareciera. Esta chica se había ido el viernes pasado en cierto momento de la noche, por su cuenta. Y había regresado ese viernes, entre las dos y las tres de la mañana.

Una hora de insistencia y, luego, la nada.

Esta vez, el joven empezó a hacerse preguntas. ¿Habría muerto alguna chica en ese lugar? Que él supiese, no había ningún incidente así en la historia del club. Tampoco había visto su cara publicada en la búsqueda de alguna desaparecida. Lo hubiera sabido, porque en su familia solían armarse revuelos cada vez que ocurría algo por el estilo.

Por su vestimenta, no era un fantasma antiguo. Los espíritus solían adoptar formas caprichosas, según lo que ellos consideraran importante. Por eso los de los asesinados a veces se veían igualitos a sus cadáveres. O eso decían su padre y hermanos. A él no le interesaba. ¿Por qué iba a hacerlo? 

Dieron las tres a.m. y el resplandor de la chica que bailaba enajenada se apagó. Nicolás retomó el control de su mente y volvió a barrer el lugar con el sonido, para dejar el lugar libre de presencias molestas.

***
Capítulo segundo de esta historia que comenzó en este post para el Microrreto Continuará de El tintero de oro

Como esta es una historia muy relacionada con la música, dejo la canción relacionada con este capítulo:



Solo quería jugar

Solo quería jugar

28 noviembre 2020

Allá, cerca de mi shampoo y mi bata de toalla, te quedas sentada, mirándome. Debo quitarme la ropa, estoy por entrar a la ducha. No te marchas; me sorprende cómo te armas de paciencia. Decido ignorarte. Cubro mi cabello con el gorro plástico azul, me libero de las últimas prendas y doy paso a la lluvia. Entonces, sé lo que estás buscando con tu astucia felina. Pero es tarde, tomas mi colgante de cristal con los dientes y corres lejos del baño.

***

Palabras del reto de este mes: Gorro, armas, allá.

Micro para el reto Cinco líneas de noviembre de Adella Brac. Visiten la comunidad cincoliniera, ahora tiene casita propia en la web.

Inexplicable (Microrreto Continuará: El Tintero de Oro)

Inexplicable (Microrreto Continuará: El Tintero de Oro)

19 noviembre 2020

Otro viernes en Auris, otra noche en la que Nicolás estaba en la cabina, a cargo de uno de los sectores temáticos del club. Eran apenas las dos de la mañana y el lugar ya estaba bastante lleno. El dj echó un vistazo a la gente dispersa debajo, en la pista. No se explicaba cómo podía haber alguien a quien todavía le interesase ir a una cueva espantosa como aquella.

Por un instante, se distrajo con la vista de una muchacha de blanco, brillante entre la multitud a causa del contraste de las luces negras.

«Es un efecto, es un efecto» se dijo a sí mismo, mientras la canción que pasaba estaba cerca del final y comenzaba a bajar su volumen.

La cantidad de manchas humanoides —luminosas, de ojos blancos— que surgieron en el lugar hicieron a Nicolás girarse a su tablero para insertar otro tema y subir el volumen lo más posible. Como una ola invisible, el potente sonido barrió con todas las presencias extrañas que solo él podía ver.

La chica del vestido blanco siguió en su lugar, bailando sola.

El dj suspiró aliviado.

Una de las camareras le trajo una botella de soda helada y un vaso y antes de marcharse lo felicitó por la mezcla de sonidos de esa noche. Él asintió, avergonzado.

«Lo único que hago es ruido. Lo único que quiero es espantarlos a ellos» pensó, resignado, mientras bebía.

Entonces volvió la mirada hacia la pista. Todos bailaban con el volumen al máximo. Incluyendo a la muchacha de vestido brillante, que ahora también lo observaba con esos ojos blancos. 

Continuará...
 

***
Conteo de palabras: 266. Se me pasaron 16, jojo. Pero no se imaginan cuánto lo recorté. 

La historia sigue, voy a hacer micro-entregas semanales. Esta historia quise escribirla hace un par de años. 


Extra:
Cómo será que tuve esta historia en la cabeza desde hace rato, que hasta banda sonora para escribirla tengo armada (es una lista de videos en YouTube y otra en Spotify). Hoy la volví a escuchar y la magia volvió. Les dejo el primer tema, que me dio la idea para el problema principal que va a surgir:



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