search
menu
El tintero de oro
El tintero de oro
La última ducha (Microrretos: De la escena...¡al micro!

La última ducha (Microrretos: De la escena...¡al micro!

12 marzo 2023

Creo que me he metido en un problema. Espero que Sam pueda perdonar mi audacia y entender que estoy haciendo esto por nosotros. Sé que, de todas las decisiones que he tomado hoy, esconderme en este motel ha sido la única sensata. Han pasado algunas horas y aquel policía no ha dado muestras de encontrarme, así que el gasto de parte del botín ha valido la pena.

La cena ha sido muy simple, pero ha ido por cuenta del tal Norman, así que me ha hecho un favor. Con lo nerviosa que estoy, no creo que hubiera podido comer mucho. He guardado bien el dinero en esa hoja del periódico, no hay nadie más hospedándose aquí que yo. Respirá hondo, Marion. Date una ducha, descansá un poco. No hay nadie detrás tuyo todavía.

Voy al baño y trato de dejar afuera mis preocupaciones al cerrar la puerta. Suspiro y dejo caer mi bata a mis espaldas. Ya en la bañera, cierro del todo la cortina plástica, abro la llave y enfrento a la lluvia cálida que empieza a empaparme. Una alegría casi infantil me invade.

Marion, estás a salvo ya.

Dejo que el agua caiga sobre mi pelo y abrazo esta sensación de calidez, de calma, que da el agua tibia cubriendo mi piel. Ojalá quedarme así, para siempre. Casi logro olvidarlo todo mientras me enjabono entre el vapor caliente. Entonces, la cortina se corre y allí está Norman. ¿Qué hace vestido así? ¿Por qué lleva un cuchillo?


* * *

Microcuentro escrito para el desafío de Bruno en El tintero de oro: De la escena... ¡al micro! (click en el link para ver la iniciativa y los demás relatos publicados por los participantes).

La escena de película elegida es la de la ducha de la pobre Marion en el motel Bates en Psicosis, de Hitchcock. De mis películas preferidas y la razón por la que durante mi adolescencia no le di la espalda a la puerta del baño cuando me bañaba. Cosas de una.

Cerrando los ojos (Concurso El Tintero de Oro)

Cerrando los ojos (Concurso El Tintero de Oro)

11 febrero 2021

«El amor tiene algo de locura», leí una vez en un graffiti, en las calles de mi barrio. Claro que eran épocas mejores que ahora, que lo único que se lee en las paredes son las alabanzas a nuestro líder y lo más parecido que puedo llegar a encontrar es una declaración de amor, sí, pero hacia el pollo frito de cierto restaurante que sobrevivió al colapso. No estoy quejándome, por supuesto. Que viva el líder. 

Tampoco crea que estoy juzgando a aquellos que se casan con sus platos de frituras o que se van de viaje en busca de la empanada perfecta. Respeto al que sea capaz de besar aquello que luego va a devorarse. Y todos tenemos derecho a soñar, por más que la perfección no exista.

Como decía, locura y amor. Sí, señor. Resulta que mi esposo no termina de irse de casa, el pobre no puede asimilar lo que ha ocurrido en estos últimos meses conmigo. ¿Sabe lo que es que la venda se caiga de pronto y una vea la luz por fin? ¡El verdadero amor de mi vida estuvo conmigo todo el tiempo, a mis espaldas!

Ya he pedido el divorcio, no se preocupe. No pienso manchar el buen nombre de mi sector de viviendas con una relación de adulterio. Sería demasiado deshonor para las seis cabezas de nuestro excelentísimo líder. Alabado sea. Y disculpe que no me levanto para hacer el cuatro alzando mi pierna derecha como corresponde, pero soy una seguidora devota del Partido de todas maneras. Continuemos con lo mío.


Mi esposo se niega a aceptar la nueva situación. Insiste en que esto es una fase, el muy irrespetuoso. Pensar que he descubierto que mi amor real había estado allí desde siempre me eriza la piel, mire. ¡Tal vez nací amando así! Aquella sensación de protección, esa confianza de que siempre estaría ahí para mí, ese confort al sostenerme cada vez que caigo sobre ella… es pura perfección en setenta y cinco centímetros de superficie. Ni tan blanda como para perderme en ella, ni tan dura que me cause dolor. Cuánto la busqué. Cuántas otras intentaron hacer lo que ella, sin lograrlo. De verdad, en los años que llevamos juntas, he vivido los mejores sueños. 

Por esto voy a pedir la licencia matrimonial por segunda vez, excelentísimo juez. Concédame la felicidad completa. Necesito que me deje casarme con ella. Es mucho más que una almohada. Es la definición del amor para mí y quiero que todos lo sepan.

***
Relato de 417 palabras, escrito para la Edición XXV del Concurso El Tintero de Oro de febrero
Qué felicidad poder participar, en especial con el humor, que es de mis géneros favoritos.
Esta historia viene inspirada en mi actual búsqueda de una buena almohada. El día que encuentre la correcta, me caso con ésta. Además, basado también en la historia del surcoreano que se casó con una almohada que tenía el diseño de su personaje animado favorito. También me casaría con mi actual colchón, pero ya es una historia que puedo dejar para un próximo relato.
Espero que lo hayan disfrutado y que tengan un buen San Valentín, a los que les interesa esta fiesta y a los que no les afecta también.  
La canción del cielo (A ciegas - Microrretos El tintero de oro)

La canción del cielo (A ciegas - Microrretos El tintero de oro)

19 enero 2021

En los confines del universo, viven monstruos espantosos. Sobre un planeta que orbita a E76. Este es una estrella tan lejana, que apenas llega en forma de tímidas intermitencias de señal hasta los sensores que las transforman en parte del paisaje sonoro. Hay noches en que ni se oye. Al lado de las notas intensas de nuestras seis lunas o de la sinfonía calma que emite nuestra vegetación, aquello son puros susurros. 

Los robots exploradores que enviamos nos dieron el informe completo sobre estos bichos. Solo dos miembros para sostenerse, una piel blanda y seca y un par de órganos rarísimos en sus cabezas que podrían tener funciones parecidas a las de nuestros escáneres. Lo peor es su reducido espectro musical para comunicarse y la cantidad de contaminación auditiva en la que viven. Además, son muchísimos.

Se tomó la muestra sonora del paisaje en algunos de sus mayores asentamientos, pero el equipo de receptores no toleró el caos y dejó el análisis para Zira, nuestra inteligencia artificial.

Los resultados, sin embargo, no daban con un patrón posible para la supervivencia de semejante civilización. Zira sugirió la existencia de otro sentido en aquellos seres, diferente a los nuestros. Sospecha una relación con aquellos órganos gelatinosos. 

Nuestro interés decayó muy rápido a partir de entonces. Hemos recibido melodías más llamativas y agradables desde el sur. Puede que sean agujeros succionantes. La emoción general es incontenible, no habíamos oído nada tan bonito en mucho tiempo. Cerraremos el informe y desecharemos a los exploradores de la Vía Láctea, por las dudas.

***

Es increíble la cantidad de verbos y de conceptos que tenemos influenciados por el sentido de la vista. Quise ponerme en el lugar de un personaje de una cultura que no tuviese nada de eso, espero haberme acercado al menos. Gracias a El tintero de oro por la inspiración.
Anímense a participar, tienen tiempo hasta fin de mes. 
Inexplicable (Microrreto Continuará: El Tintero de Oro)

Inexplicable (Microrreto Continuará: El Tintero de Oro)

19 noviembre 2020

Otro viernes en Auris, otra noche en la que Nicolás estaba en la cabina, a cargo de uno de los sectores temáticos del club. Eran apenas las dos de la mañana y el lugar ya estaba bastante lleno. El dj echó un vistazo a la gente dispersa debajo, en la pista. No se explicaba cómo podía haber alguien a quien todavía le interesase ir a una cueva espantosa como aquella.

Por un instante, se distrajo con la vista de una muchacha de blanco, brillante entre la multitud a causa del contraste de las luces negras.

«Es un efecto, es un efecto» se dijo a sí mismo, mientras la canción que pasaba estaba cerca del final y comenzaba a bajar su volumen.

La cantidad de manchas humanoides —luminosas, de ojos blancos— que surgieron en el lugar hicieron a Nicolás girarse a su tablero para insertar otro tema y subir el volumen lo más posible. Como una ola invisible, el potente sonido barrió con todas las presencias extrañas que solo él podía ver.

La chica del vestido blanco siguió en su lugar, bailando sola.

El dj suspiró aliviado.

Una de las camareras le trajo una botella de soda helada y un vaso y antes de marcharse lo felicitó por la mezcla de sonidos de esa noche. Él asintió, avergonzado.

«Lo único que hago es ruido. Lo único que quiero es espantarlos a ellos» pensó, resignado, mientras bebía.

Entonces volvió la mirada hacia la pista. Todos bailaban con el volumen al máximo. Incluyendo a la muchacha de vestido brillante, que ahora también lo observaba con esos ojos blancos. 

Continuará...
 

***
Conteo de palabras: 266. Se me pasaron 16, jojo. Pero no se imaginan cuánto lo recorté. 

La historia sigue, voy a hacer micro-entregas semanales. Esta historia quise escribirla hace un par de años. 


Extra:
Cómo será que tuve esta historia en la cabeza desde hace rato, que hasta banda sonora para escribirla tengo armada (es una lista de videos en YouTube y otra en Spotify). Hoy la volví a escuchar y la magia volvió. Les dejo el primer tema, que me dio la idea para el problema principal que va a surgir:



Nadie lo creyó después

Nadie lo creyó después

05 septiembre 2019

Antes de abrir la puerta, Norman se preocupó. ¿Qué era ese maullido agudo, frente a la casa? Sonaba a que era chiquito. ¿Alguien lo habría tirado siendo demasiado pequeño para vivir sin su madre?

Con aprensión y urgencia, el joven salió al rellano. Vio a la pareja de felinos adultos que alimentaba siempre, inquietos, caminando de un lado al otro. Y, junto a ellos, un gatito negro. Antes de que pudiera huir, Norman lo dejó pasar e imaginó un compañero peludo para sus días.

No tuvo tiempo de ponerse contento, porque el minino empezó a correr por todos los ambientes, hasta intentar meterse dentro del inodoro en el baño.

De alguna forma, el pequeño terminó escondido debajo de la mesada en la cocina. Sus ojos tenían un resplandor azul, a la luz de la linterna con la que Norman lo buscaba. Una vez ubicado, decidió no molestarlo. Volvió al libro que había dejado, junto a su té, en el sofá. Y creyó que tendría un par de días para aclimatar a su inquilino. Sin embargo, cuando fue a la cama y apagó la luz, los ruidos fueron insoportables. Durante toda la noche, escuchó el maullido insistente de los gatos de afuera, llamando a la cría de monstruo de ojos luminosos. Eran las tres, cuando Norman lo encontró, metido en el cajón de los platos. Nunca había abierto el mueble. No había rastros de nada roto. Al día siguiente, el pequeño huracán de ojos azules apareció afuera, con los demás gatos.

***

Cant. de palabras: 250.

Pequeño relato, para la iniciativa Microrreto N°1, de El tintero de oro. La frase del comienzo debía ser incluida y la puerta debía ser un elemento. No sé si se interpreta bien, pero aquí la idea es el movimiento, a pesar de que la puerta está cerrada en todo momento. La puerta de calle y la del mueble, también.

Esta historia me pasó, con un gatito, el día de ayer. Cuando intenté contar que había encontrado al gato dentro del cajón de los platos, estando cerrado, no me creyeron. Así que sí, voy a darle un mínimo toque sobrenatural en esta historia.
La apuesta  (Reto #fantasma)

La apuesta (Reto #fantasma)

03 octubre 2017

reto fantasma
Esto había sido su idea. Juro que no tuve nada que ver.

Sara me había desafiado a escaparnos de esa fiesta. Escuchamos que estaban por demoler el Hotel Dorado, ese nido de cucarachas que había dejado de funcionar hacía más de veinte años. Bueno, excepto para los adictos, los vagabundos y los imbéciles como nosotros. Sabíamos que lo habían vaciado, pero los del patrullero a la entrada roncaban cuando les pasamos por el costado. Envalentonado por todo lo que me había metido, dejé que Sara me convenciera de pasar la noche en ese edificio fantasma sin salir corriendo. Si ganaba, podía pedirle lo que quisiera. Pensé en hablarle de noviazgo, juro que no soy ningún degenerado.

No me costó nada quedarme hablando con ella por horas, aunque no me dejara usar el baño mugriento que teníamos cerca. Reía como si yo también le gustara. Me hizo feliz pensar en el premio.

Cuando el sol empezaba a trepar por los huecos de las ventanas, comencé a sentir el bajón, ya sabe. No quería quedarme dormido sin que Sara declarara el reto cumplido. Y ella iba a hacerlo, cuando llegaron ustedes. ¿Cómo iba a saber que ella ya estaba en esa bañera inmunda? Si pasamos la noche charlando, oficial, se lo juro. Se hizo humo cuando entraron. Le pedí que se quedara conmigo, fue lo único que no pudo hacer.
Posts anteriores Volver al inicio