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Citas preferidas: Monstruos invisibles, Chuck Palahniuk

Citas preferidas: Monstruos invisibles, Chuck Palahniuk

27 mayo 2017

citaspreferidas¿Qué tal va el sábado? Yo me levanté muy tarde, esta semana en general ha sido tremenda. Hasta que me acostumbre al ritmo de estudiar y trabajar a la vez seguro voy a venir por el blog solo en los fines de semana. Voy visitándolos de a poco, creo que ya estoy al día. O eso espero. 

Voy a intercalar con otras secciones sobre mis lecturas, ya que no tengo tanto tiempo de escribir para los retos. De paso, la lectura me da herramientas para escribir mejor. Como este señor autor al que he tenido el gusto de entregarle mi alma durante los últimos días. Hablo de Palahniuk con su Monstruos invisibles. Si quieren ver la reseña y de qué se trata la historia, vayan por aquí. He sacado tantas buenas frases que no puedo ponerlas todas acá, así que selecciono las que den menos spoilers:
"Todo es espejo, espejo en la pared, pues la belleza es poder como el dinero es poder y un arma es poder."

"El fotógrafo de moda grita en mi cabeza: Dame piedad. 

Flash. 
Dame otra oportunidad. 
Flash."

"Brandy Alexander y su modo de mirar transforman el mundo en realidad virtual. Cambia de color con cada nuevo ángulo. Se vuelve verde con mi primer paso. Rojo con el siguiente. Se vuelve de plata y oro y luego desaparece."


"Cuando comprendas que la historia que estás contando no es más que un puñado de palabras, cuando puedas arrugarla y tirar tu pasado a la papelera, entonces decidiremos quién vas a ser a partir de ahora."

"Nunca, jamás, la persona a quien tú quieres y la persona que te quiere son la misma persona." 

(Monstruos invisibles. Chuck Palahniuk)
Monstruos invisibles, Chuck Palahniuk

Monstruos invisibles, Chuck Palahniuk

monstruos invisiblesTítulo: Monstruos invisibles
Autor: Chuck Palahniuk
Género: Humor (negro). Road Trip.
Año de publicación: 1999
Sinopsis: Shannon parece tenerlo todo en la vida: belleza, fama, un novio, una gran amiga... pero cuando un «accidente» la deja completamente desfigurada e incapaz de hablar, pasa de ser un hermoso centro de atracción a convertirse en un monstruo invisible, tan horrible que nadie parece percatarse de su existencia. Nadie, salvo Brandy Alexander, un transexual a quien conoce en el hospital y que le ofrece la oportunidad de encontrar su nuevo destino, a partir de olvidar su pasado y construirse infinitos y simultáneos presentes. Así, tras secuestrar a Manus, su actual ex novio, partirán en una carrera desenfrenada que solo puede conducirlos hacia su aniquilación.

Opinión personal: Cuando leemos mucho, por las razones que sean, nos acostumbramos a identificar las historias en ciertas categorías en nuestra mente. Siempre está esa que nos atrapa por su premisa novedosa pero luego se desdibuja hacia la mitad y seguimos leyendo para ver en qué termina. Luego decimos "meh" y el libro queda olvidado en un rincón. Por el contrario, está la premisa regular, un poco cliché, la vieja confiable a la que siempre acudimos apenas la vemos en una sinopsis. Esa suele sorprender, de vez en cuando, con un giro o un tratamiento distinto de la situación. Después están esos libros en los que caemos de pura casualidad y nos hacen estallar el cerebro. Adivinen cuál es este. ¡Boom!

brandyfrase
Hablamos de un libro escrito por el mismo autor de El club de la pelea, así que tenemos cinismo, humor negrísimo, revelaciones sobre la vida y situaciones no aptas para estómagos sensibles. Pero sepan que los temas principales son la belleza y el amor. La presencia de estas dos cosas y la forma en que los personajes corren en direcciones confusas, al punto en que no sabemos si van en su búsqueda o huyen de estas.

La narración es un párrafo aparte. El autor tiene una forma preciosa de construir las escenas, describiendo y caracterizando sin que nos demos cuenta, dándonos tanta emoción en la presentación de un amigo o enemigo de la protagonista que ni nos percatamos de que nos estaba diciendo cómo le quedaba el vestido, los zapatos, los accesorios y hasta el tono de maquillaje que algunos llevan puesto. La historia no es lineal, se divide en escenas del pasado y el presente, según la relación de los sucesos. Así, sabemos qué ocurre y porqué ocurre. Y es tan dinámico y caótico que divierte.

shannonfraseLa protagonista es Shannon, una modelo cuya carrera deja de existir de la noche a la mañana por culpa de una tragedia que la deja deformada. Su mundo entero gira en torno a la frivolidad y su forma de pensar no cambia de la noche a la mañana. El autor nos pone a mirar el mundo a través de sus ojos, su perspectiva es tan torcida que a veces dan ganas de tirar el libro por la ventana. Lo leí en electrónico, así que no pude.

El "cargamento amoroso", Manus, daba ganas de reír, de llorar y de verlo morir en forma cruel según el momento del libro.

Luego pasamos a Brandy Alexander, la "Reina Suprema". La filosofía de Brandy, el aura de Brandy, su locura e impulso autodestructivo son el combustible que lleva al grupo por todas partes.

Cambian de identidad como cambian de auto y apariencia. Al final, los nombres dejan de tener importancia y cada vez que la narradora se refiere a alguno de ellos, lo hace según el lugar y el momento. Manus solo es Manus en el pasado. Luego, según el robo que están cometiendo y la ciudad que visitan, su nombre es diferente. Lo mismo con Brandy y ella misma. Y el que va leyendo se acostumbra a eso.

El torbellino de amor-odio de todos contra todos es espectacular. Nadie es completamente inocente ni culpable. Como en la vida, cierto. Y nadie es lo que parece en esta historia. Cuando llega cierto punto en la trama en que el lector se acomoda y se dice que ya sabe por dónde van los tiros, ocurre algo que pone todo de cabeza. A partir de entonces, la carrera hacia el final está llena de momentos en que uno se agarra la cabeza y dice "¿qué m#%&$@?" hasta terminar con una sonrisa tonta en la cara que no se va a ir fácilmente.

Calificación:

Apto para: Todo el mundo debería leer esto. He dicho.
No apto para: Homofóbicos. Moralistas que exigen personajes virtuosos.
Dulzura: Brandy Alexander. Yo quiero una.
Acción: La trama está llena de adrenalina. Incendios, escopetazos, secuestros, robos, drogas.
Sangre: Bastante. 
Sexo: Cierto personaje se luce, pero no con quien suponemos. Todo es una sorpresa, incluido esto.

(Aviso: no pongo puntaje en números. Si lo terminé de leer es porque lo disfruté. Los que no terminen irán en otra sección).
Bucle de chocolate al vino tinto

Bucle de chocolate al vino tinto

20 mayo 2017

buclechocoLamento haberte traído a conocer mi casa en estas circunstancias. No te asustes, tonto, eso que está esparcido sobre los sillones es el relleno de los almohadones. ¡Oh, la alfombra! Ese surco oscuro que viene de afuera, rodea cada mueble y vuelve a salir hasta el pasillo parece una serie de dibujos perfectos de las patas de Firuláis. ¡Y aquello es la caja de bombones de chocolate que yo tenía bajo llave! La tenía reservada para comer de a poco, no para que la vaciaran, la aplastaran y la dejaran tirada junto a una botella de vino sobre el piso de la cocina.

Ahora, sígueme. Con cuidado de no pisar las trampas. Iremos en busca de quien hizo esto, pero volveremos un par de horas atrás con mi nuevo Timeneitor de pulsera. Tomaré tu mano mientras lo activo, espero que no te moleste.

Qué puntería, llevarnos justo al momento en que los cojines explotan. Cierra la boca, a ver si te ahogas con toda esa gomaespuma barata. No volveré a comprar esa marca. ¿Es Firuláis el que da vueltas como loco? ¿Por qué tiene la cabeza del gato del vecino en lugar de la suya? ¿Cómo es que está hablando? No lo entiendo, parece que dice algo en francés. Larguémonos de aquí, vamos a retroceder hasta el momento en que cerré la puerta de casa, esta tarde.

Ahora todo está ordenado y limpio, igual a como lo dejé cuando me marché. ¿Ves esa mesita? La traje de la década pasada, estaba a muy buen precio.

Vamos por las escaleras, hasta el primer piso. Ahí está la mocosa pelirroja y de lentes que se quedó de niñera. Le dije que dejara dormir a la bebé, pero igual la tuviera vigilada. La que se durmió fue ella, en la mecedora de la habitación, qué desastre. La pequeña de rizos oscuros y ojos brillantes que nos muestra la lengua es mi clon. Sí, la misma de la que te hablé. Mírala, es mi mejor creación, luego del Timeneitor y el chocolate que no engorda.

No te pongas nervioso, sé que acaba de saltar de la cuna y que está poniendo ella las trampas por los pasillos. Está cada vez más inteligente, crece a pasos agigantados. Lo único que quiero saber es cómo logró hacer hablar al perro-gato, luego volveré todo a la normalidad. Tardará un poco en construir ese rayo, pero trabaja rápido por lo que se ve.

¿Quieres algo para tomar mientras observamos? ¿No? Bueno, tengo para ofrecerte algunos bombones de mi caja de reserva, todavía están intactos. Abriré un Merlot para mí, por si también quieres.



+++

Relato escrito para el reto 14 de los 52 retos de ELDE: Describe una historia cuyo punto de partida comience con el final de toda la trama. La idea es que tomando el desenlace como inicio hagas un recordatorio de cómo se ha llegado a esa situación.
Visita guiada

Visita guiada

13 mayo 2017

visita guiada
—Si me acompañan por este lado, verán a la última criatura del catálogo —dijo el Dr. Bueno a los visitantes de su laboratorio. Las preguntas incómodas sobre todo lo que estaba a la vista no paraban de surgir. Eran posibles inversores, había que tenerles paciencia. Total, la única cosa de importancia allí era el monstruo biodiseñado de la última jaula. La misma cuyos barrotes ahora encontraba destrozados y cubiertos de la sangre de su asistente.

Palabras del reto de este mes: Importancia, estaba, lado.

Microrrelato para el reto Cinco líneas de mayo de Adella Brac. Si quieren saber más sobre el reto, pueden ir a este enlace.
Sobre la madurez (y otras porquerías de la vida)

Sobre la madurez (y otras porquerías de la vida)

11 mayo 2017

si ya sabesConfieso que, por alguna razón, a los veintiuno pensé que madurar sería dejar de escribir. Tomé toda la pila de cuadernos y hojas sueltas con las primeras historias que había juntado en mis años de escuela, lo puse todo en una bolsa y lo saqué a la calle. Hay una canción de Estelares que salió por esa época y tiene un fragmento que dice "un camión recolector es la estrella en esta función". Cada vez que la escucho se me arruga el corazoncito.

El tema es que supuse, en esa época, que cumplir años me iba a hacer una persona diferente. No fue así. Mis caprichos adolescentes se transformaron para permanecer conmigo, como Caprichos con mayúsculas. Mis debilidades infantiles evolucionaron para aparecer en otras áreas. Pero me apreté el cinturón y creí que eso era ser madura. Al menos, volví a escribir después.

Luego de años de ir y venir con los mismos temas, de cansar terapeutas y amigos, de intentar todo para evitarme y evitar la solución a un problema personal larguísimo, lo he entendido. Y no es que no lo supiera desde antes, que no lo hubiese escuchado. La solución está ahí, en un cartel de neón.

Y es que madurar no es lo que pensamos. Felicito a quien pueda ver la luz al final del túnel desde chiquito. Yo creí que madurar era un millón de cosas, excepto esto. Hoy he tomado una decisión que me aterroriza y me alivia por partes iguales. Y todos los dilemas se han aclarado, como un rompecabezas gigantesco al que le faltaba una pieza y seguía esparcido en el piso de mi cocina, molestándome al caminar pero que no me animaba a barrer ni terminar de armar.

Hoy encontré esa pieza. Es lo más genérico que puede existir en la historia de la humanidad, lo más simple si uno lo mira desde afuera. Pero en mí es un universo aparte. He puesto esa pieza en su lugar y me toca seguir acomodando las demás que faltan. Han sido muchos años de permitir que la mugre se juntara encima del rompecabezas. Va a ser engorroso. Va a doler. Nadie me lo va a agradecer, porque hay gente que tendrá que ocuparse de sus propias alfombras a partir de ahora y por mi culpa. Pero necesito darme ánimos y dejar asentado esto por acá. No vaya a ser que me eche atrás.

A pesar de todo, siento un alivio enorme. Madurar duele, es horrible y no tiene nada que ver con lo que me dijeron que iba a ser. Disculpen la catarata de palabras sin sentido, espero que esto sea un momento importante de mi vida. Mañana vuelvo con más relatos o algún tag para relajarme.
¡Concurso de microrrelatos de Sweek!

¡Concurso de microrrelatos de Sweek!

09 mayo 2017

finalista wiii¿Cómo han empezado la semana? Yo muy contenta, resulta que me he encontrado con una novedad sobre el concurso de microrrelatos organizado por Sweek: #microlibro. Envié dos microrrelatos, con la consigna de que fuesen de hasta 200 palabras e incluyeran la palabra "libro". Y, ¿adivinen qué? ¡Salí entre los diez finalistas!

Mañana van a anunciar a los dos ganadores, el del jurado y el del público, así que quería disfrutar de mi felicidad por haber llegado a esta instancia. El solo hecho de verme ahí, luego de que tantas personas participaran, me hace muy feliz.

La buena noticia es que los concursos de microrrelatos continúan, con diversas consignas desde ahora, a publicar los días miércoles cada tres semanas. Los mejores relatos de todas las rondas formarán parte de un libro a editar más adelante.

Si quieren saber más de cómo participar, pueden ir a este enlace.

Editado (10 de mayo): Los ganadores han sido anunciados. Por alguna conjunción cósmica bien psicodélica super genial, he resultado ganadora por elección del jurado. Se imaginarán mi sorpresa, yo ya estaba lista para felicitar a otros, no me acostumbro a tanta alegría junta. La elección del público fue el relato de Leriaa32: Amarte es morir.



Felicidades a Leria y a todos los demás participantes también. Mi cara sigue siendo de asombro infinito. Me voy a bailar en una pata, ya vengo.
Booktag: Manías literarias

Booktag: Manías literarias

07 mayo 2017

manias¡Buenas! ¿Cómo están pasando el finde? Lo que soy yo, no he escrito ni he hecho nada productivo estos días más que limpiar mi departamento. Se ve que mis neuronas necesitan un poco de vicio para recargarse. Y por vicio me refiero a mis capítulos de Family Guy, Grey`s Anatomy, programas de variedades coreanos que me hacen reír y algún que otro maratón de videos de CNBLUE y BigBang (malditos Yonghwa y G-Dragon que se llevan mi atención). Ya vendrá la vena creadora de nuevo y saldrán relatos. Espero volver pronto, mientras tanto voy a dejarles este booktag al que me ha nominado Aiko en su Mundo zuperwow del mal :P Visítenla y disfruten de sus locuras igual que yo.

Aiko confiesa ser bastante obsesivo-compulsiva en su tag. Yo voy a hacer lo mismo, es más, creo que le haría el desafío de ver quién es peor xD. Las reglas son:

1. Escribir 10 hábitos o manías que tengas a la hora de leer, comprar un libro, etc.
2. Nominar a 5 blogs (y comentar en su blog que fueron nominados).
3. Citar 3 de las 10 manías que has puesto para que tus nominados digan si las comparten o no (también puedes contestar a las que citó quién te nominó).
Comencemos:

1- No elijo libros por sus portadas, sino por sus sinopsis. Es más, considero que la mayoría de mis libros favoritos podrían cambiar sus presentaciones (sí, editorial que publicó alguna vez al Mundodisco de Pratchett, te estoy hablando).

2- Cuando me recomiendan un libro, voy a buscarlo a Goodreads y veo sus calificaciones negativas. Si lo que encuentro está dentro de lo soportable, voy y tomo mi riesgo. Si lo único que encuentro son reseñas estilo "el personaje X es taaan sexyyy asghasgh" lo descarto inmediatamente. Algo negativo y sincero tiene que haber, o solo los amigos y familia del autor lo han leído, lo cual es mala señal.
wtf

3- Evito con todas mis fuerzas los libros que se ponen de moda en la blogósfera. Luego, cuando pasa la fiebre general, corro a echar un vistazo. Me pasó con Bajo la misma estrella, me lo leí después de que saliera en el cine. Evité Crepúsculo y Los juegos del hambre por esa misma razón. No es de hipster, es de rompepelotas.

4- Amo los marcapáginas. Tengo un montón, la mayoría de los cuales se han quedado en el libro donde los usé, por más que la lectura haya terminado. Por eso siempre estoy buscando, comprando o haciendo nuevos. Me gusta fabricar e imprimir mis marcapáginas.

5- Ahora que estoy con el Kindle, es mucho más fácil, pero siempre he coleccionado frases de los libros que me gustan. Antes las iba poniendo en un cuaderno, luego comencé a pasarlas en word (tengo archivos en la compu con frases, cada uno con el nombre del libro correspondiente). Las empecé a coleccionar para aprender cómo escribir mejor. Debería repasarlas de vez en cuando.

6- Así como amo los marcapáginas y las frases: mis libros están llenos de marcas. Según la época: subrayados con lapicera, con lápiz, con resaltadores, marcados con corchetes o señalados con post its o etiquetas finitas de ésas que venden en las librerías.

7- Últimamente, cuando una saga me gusta, no paro hasta terminarla por entero. Gracias Kindle, de nuevo. Mis excepciones a la fecha: Mundodisco y Geralt de Rivia. Voy más lento, uno son más de treinta libros y el otro son ocho pero muy intensos para mi pobre corazón fan.
marcapaginas
8- Esto es una manía, aunque no pueda hacerlo. O, a lo mejor, justamente por eso: me encantaría poder leer cuando viajo en auto o colectivo, pero no me es posible. Desde chica, si no miro por la ventana se me revuelve todo, he pasado algunos papelones en mi infancia, así que siento envidia de los que sí pueden. Estoy por probar con los audiolibros. Deberían poner algunos en spotify.

9- Me obsesiono con autores por épocas. Aunque a mis preferidos ya los tengo en el podio y algunos siguen ahí desde mi adolescencia. Me enorgullecen más los que son de mi país y, mejor aún, de mi provincia. Tengo buena parte de los libros de Cristina Bajo, Marcos Aguinis y Alejandro Dolina (éste no es de mi provincia, pero igual).

10- Siempre mantuve listas de los libros que leía, cuando era más chica señalaba los que me habían gustado con una estrellita y a los que no los dejaba sin nada. Cuando supe que podía ponerse en un blog toda esa información, intenté pasarla. Cuando me di cuenta de que no me iba a acordar de tantos detalles, lo dejé en los más básicos para mí y luego seguí con los que iba leyendo en ese momento. Ahora me limito a un par de frases que lo resuman en Goodreads. Amo hacer listas. Toc, toc. ¿Quién es?

Aiko me reta a comentar sus manías 3, 6 y 7:

3) Terminar el 99% de los libros empezados. Estoy totalmente de acuerdo con esto. Cada libro empezado es un ítem más de mi lista, así que debe ser completado (Toc, toc. ¿Quién anda ahí?). Los que me gustan pueden durarme dos días, como mucho. Ahora, los que me aburran pueden durarme meses.

6) Oler todos los libros, sean nuevos o viejos. Mis primeras lecturas adolescentes fueron en una biblioteca popular, donde debía anotarme en una lista de espera por los más pedidos. No me daban muchas ganas de meter la nariz en ellos, por más que los amaba y hasta comía con ellos hasta terminarlos. Nunca me surgió la costumbre.

7) Dejar de leer a la mitad de una frase muy épica para saborear el momento. Lo entiendo por completo. También lo hago. A veces los autores te dejan con el suspenso por mucho tiempo y, cuando el héroe y el villano se enfrentan, ocurre algo tremendo en una sola oración y una necesita más melodrama, música de fondo, explosiones y acercamientos de cámara. Solo que no es el cine y lo único que nos queda es saborear el momento, leyendo más lento o releyendo para entender qué es lo que ocurrió.

No voy a nominar a nadie, pero si alguien se lo quiere llevar y me menciona, yo lo retronomino añadiéndolo acá.

¿Y ustedes? ¿Comparten alguna manía de las que nombré? ¿Tienen otras? Saben que pueden confesar en los comentarios, anímense.
Miércoles delicioso

Miércoles delicioso

03 mayo 2017

delicioso—¡Hoy es miércoles de pedidos a la diosa! —anunció el hombre canoso que sostenía el micrófono—. ¡Pasen por la fila, con su estrellita de pago mensual sellada en la ventanilla y su deseo! Pidan y se les concederá.

La gente se arremolinó por el templo, en búsqueda de la estatua redonda de la diosa lunar. Los ayudantes, en trajes blancos, los guiaron y empujaron hasta convertirlos en una fila más o menos decente. Nefer dejó el estrado y fue a ver a las chicas que cerraban la caja. Todos sonreían. Había sido un día provechoso.

Para él, no había nada mejor que los miércoles de pedidos. El dinero fluía, las monedas llenaban los bolsillos de todos. La necesidad se traducía en exigencias egoístas, pedidos ansiosos, pisadas de todos los tamaños sobre la alfombra desgastada del lugar.

A veces, los pedidos eran posibles de realizar. Nefer se encargaba, en persona, de que algunos lo obtuvieran. Otros pasaban al equipo del templo, siempre y cuando dejaran algún margen de rentabilidad. El resto, la mayoría, caían en el olvido. Solían ser reciclados en las sesiones de los miércoles siguientes.

Pero aquel día era importante de verdad. Se cumplían veinte ciclos desde que aquellos astronautas lo habían confundido con uno de sus compañeros y lo habían obligado a regresar con ellos a la Tierra. Nefer había sido muy joven entonces, lo único que lo había llevado a buscar a esos extraños era la curiosidad. Sus habilidades de metamorfosis y sus ganas de jugar con la mente del que se había perdido hicieron el resto.

Pero la Tierra no era un lugar tan malo. Con tanto metal delicioso, gracias a los miércoles de la diosa. Lo que no imaginaba era cómo se las arreglaría el astronauta en las profundidades de Nasra. Si las plantas y los animales eran todos de aquello que los humanos utilizaban de forma tan irresponsable, en pedacitos aplastados en forma circular.

Se acercó más a la ventanilla. Aprovechó el descuido de la cajera para meter la mano y sacar una de las monedas. Se la tragó, de un bocado, como para tener un aperitivo antes de poder estar a solas de nuevo. Sería un día largo.

+++

Mini relato para la iniciativa LiterUp! de El libro del escritor. Espero haber cumplido bien las consignas del reto. 
Anbócsin

Anbócsin

01 mayo 2017

anbocsinTodo esto empezó un lunes a la tarde, cuando volvía de la oficina. La encargada me dejó el paquete al otro lado de la ventana, entre las plantas, como para que nadie lo sacara. Tampoco es que fueran a ver mucho, si estaba envuelto en papel negro. De casualidad lo noté, gracias a que mi gato Ciro comenzó a maullar cuando entré y pensé en dejarlo salir por ahí.

La dirección estaba correcta, con el piso y número de apartamento. El nombre, no.

Me fijé en el remitente, parecía una compañía china. Aunque eso no me decía nada. No se daba una dirección a la cual devolverlo, ni había sellos del correo que lo había traído. La euforia de tener un regalo así me hizo rasgar el envoltorio y abrir la caja.

Casi me voy de espaldas. No debí caer en semejante broma. Adentro había una caja igual, en negro y con el mismo nombre desconocido. Me fui a tocarle la puerta a los demás inquilinos del tercero, como para ver si ellos sabían algo.

No hubo caso. Ni siquiera tenían idea de quién era la tal Susana Oria. Alguno sugirió la posibilidad de que el nombre fuese inexistente, pero incluso yo tuve un profesor en secundaria que se llamaba Esteban Quito. Todo era posible.

Al día siguiente, hablé con la portera. Ella me dijo que el paquete ya estaba en el buzón del edificio la mañana anterior y que nunca vio quién lo había dejado. Pregunté en otros departamentos y un anciano del primero dijo haber conocido a la tal Susana.

Como la señora Oria se había mudado, no se sabía hacia dónde, me fui a la guía telefónica a buscarla. Encontré unas cinco familias Oria, de las cuales solo un par me atendieron cuando las llamé. Una de ellas negó la existencia de ninguna Susana en su casa. La otra amenazó con ir a buscarme al fin del mundo y meterme el teléfono por un agujero muy incómodo, si volvía a molestarlos con esas bromas.

Identifiqué ambas en mis apuntes y las taché de la lista. Entonces, para liberarme del asunto, me fui hasta la dirección más cercana de las tres que quedaban y dejé el paquete en su puerta, en silencio. La caja era un poco más chica que la original en la que yo la había recibido, por cuestiones obvias, pero llevaba la misma etiqueta con los datos, así que nadie notaría lo que había pasado antes. Con la emoción de ir por ahí a escondidas, tocando timbre y corriendo para que no me descubran, volví a casa. Esa noche me fui a dormir con una buena historia para contar y la satisfacción del deber cumplido.

¿A quién le importaba la razón de que hubieran envuelto y etiquetado una caja dentro de la otra? Que se las arreglase la tal Susana con los chinos.

El miércoles desperté, desayuné a las corridas y salí a trabajar. Cuando abrí la puerta para ir por el ascensor, ahí estaba. La caja, aún más pequeña. Con la etiqueta intacta y el papel negro que la cubría. Lancé una puteada al aire y metí el envío indeseado al departamento con un pie, antes de marcharme.

La habían abierto y me la habían devuelto. ¿Cómo me habían visto? ¿De dónde sacaron mi dirección? Y, lo más importante, ¿cómo hicieron para pasar antes del horario de llegada de la encargada de mi edificio?

Me pasé el día conversando del tema con mis compañeros. Uno sugirió que la tirase, otro que la quemara y un tercero que se la diera al viejo del primero.

Esa noche, abrí la caja y me encontré con otra, más chica todavía. Igual etiqueta, igual cobertura negra.

Para el jueves, llegué al trabajo y le ordené al cadete que fuera a las dos direcciones Oria que faltaban. Debía tocar, preguntar por Susana y entregar el paquete a toda costa. Volvió al mediodía. La primera familia lo rechazó. La segunda tampoco tenía ninguna Susana, pero se habían quedado el paquete. Problema solucionado para mí.

Excepto que, la mañana siguiente, Ciro maulló en la puerta y supe que la caja estaría ahí. Ojalá los gatos hablaran nuestro idioma, así me facilitaba alguna pista. No esperé un segundo. La tomé, así pequeñita, etiquetada y negra como estaba, me fui a la calle y la puse en el contenedor de la basura.

—¡Listo! —grité a todo el que pasara—. ¿Lo ven? ¡No voy a perder más el tiempo con esto!

Comencé mi día con una sonrisa de maniática, lo confieso, pero ya no dejaría que esto volviera a molestarme.

O sí, porque terminé ese sábado aplastando la nueva cajita negra con una piedra, mientras lloraba porque no podía hacer nada bien.

Ese domingo, cuando salí a hacer las compras a la feria, me la encontré en mi puerta. Estaba intacta. Me resigné y la llevé adentro.

Lo bueno era que ya no quedaba mucho para abrir. Había iniciado ese desastre con una caja del ancho de mi laptop y ahora apenas alcanzaba el tamaño de mi puño.

Cuando volví de la feria, mi Ciro había atacado el paquete con todo su entusiasmo felino. Le di ración extra de pescado, como premio por haber hecho justicia. Él pareció satisfecho de tener algo para romper, así que se lo dejé hasta la noche en el comedor. Con todo el ruido que hizo, aquello parecía la fiesta de las uñas, un festival gatuno de algún país lejano donde sí les dieran esas cosas a sus mascotas. Y, hablando de cosas lejanas, tuve un sueño de lo más loco: con una caja que llegaba a mi nombre, a gente que no tenía idea de quién era yo pero que vivía en este mismo apartamento.

Un nuevo lunes, una nueva semana. Salté de la cama al ver que había ignorado la alarma, como de costumbre, y me vestí como pude para no llegar muy tarde a la oficina. Entonces recordé que aquél día era feriado y me volví a dejar el pijama. Mientras me arrastraba en pantuflas a la cocina, escuché a mi gato angustiarse de nuevo. Pobre, igualito a mí salió. Me demoré haciendo el café y unas tostadas, pensando en cómo terminar con todo aquello. Porque ya sabía lo que iba a encontrar en el comedor.

Poco después, me arrodillé junto a la caja intacta, envuelta en negro y sin un rasguño. La abrí. Otro paquete negro, etiquetado. También lo abrí. Ya no me importaba nada.

Más cajas negras de tamaño pequeñito, más etiquetas, las fui abriendo para encontrar a sus clones en el interior. Llegué a una muy chiquita, cuadrada, del tamaño de un caldo para sopa. Saqué un cuchillo y la abrí, imaginando un anillo, un llavero, una nota de chiste...

Escuché el maullido desesperado de Ciro y la habitación comenzó a dar vueltas. Solté el último paquete abierto y quise correr. Creo que ya era tarde. Ahora quisiera dejarle alguna advertencia al siguiente. Igual, no importa. No tengo un nombre interesante para el que reciba el próximo envío. Aunque Dolores "Lola" Mento no está tan mal.

+++

Cantidad de palabras según Word: 1187.

Esta historia surgió a partir de un sobre con una deuda que ha estado llegando a un desconocido desde hace años a la casa de mi madre. Intentamos averiguar de quién se trataba, nadie sabía. Dejamos el sobre en lo de unos vecinos, al día siguiente regresó como si nada. Preguntamos y alguien dijo que era un inquilino de hace mucho tiempo. Lo dejamos estar, luego lo tiramos.

Volvieron a aparecer sobres nuevos para esta persona, mi vieja incluso dejó un cartel escrito para los del correo, pero siguen apareciendo al día de hoy. Ya no son deudas, sino facturas regulares. Sospecho que nunca hizo el cambio de domicilio y lo paga por internet o con el número de referencia. Una vez llegó una revista de suscripción y la abrimos. Qué le vamos a hacer xD
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