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Nati Craspro (y al revés)

30 diciembre 2018

procrastinayalrevesLa suavidad de la almohada era tentadora. El abrazo de las sábanas era imposible de dejar atrás. Y el sonido de la alarma, allá, en el escritorio al otro lado de la habitación, era cruel para ella.

Se levantó, lo que es una forma bonita de decir que arrastró los pies en dirección al ruido infernal. Deslizó el dedo índice por la pantalla del móvil hasta hacer que el silencio regresara. Entonces, volvió a la cama y el sopor del sábado la tironeó, invitándola a cerrar los ojos.

Adiós al propósito de empezar el día libre más temprano.

Volvió a despertar al mediodía, con la luz del sol en su cara. Los vecinos habían puesto la música a todo volumen. Luis Fonsi proponía hacer las cosas muy despacito. Ella le hizo caso, como para no desentonar. El buen gusto se lo quedaban debiendo para la próxima, pero no podía exigir si no era su propia música.

Se bañó, pensando en la historia que debía actualizar ese día. Los personajes habían quedado estancados en una situación incómoda. Ella debía resolver eso o complicarlo más. El asunto es que no se le ocurría nada para hacerlo interesante.

Así que, al salir de la ducha, se puso lo más simple —lo primero— que encontró, se sentó frente al teclado y esperó. Esperó, largos minutos, a que la gran idea viniese a su cabeza. Sin mucha suerte.

Sus manos se retorcían de ansiedad por volver al teléfono. Y la idea no llegaba. Su almohada la llamaba a gritos. En su cabeza, nada. La gatita de la casa ronroneaba, a sus pies, sugiriendo mil planes de juegos. Ella seguía en blanco.

En un momento, sintió la primera señal.

Al instante, suspiró, resignada. Había confundido el abrazo de la musa con el apretón del hambre y el capricho de una cena con pasta.

Se levantó de su silla. Que la idea llegase mientras tanto.

Cuando se dio cuenta, había pasado una hora en la cocina. La siguiente hora se fue entre la limpieza —porque nunca sentía tantas ganas de limpiar la casa como cuando tenía otras cosas que hacer—. Pasada la medianoche, volvió a la pantalla en blanco, donde el cursor titilaba, impaciente.

¿Qué hacer?

¿Qué hacer?

¿Quéhacerquéhacerquéhacerquéhac…?

Los personajes seguían ahí, suspendidos. El tiempo pasaba lento para ellos, tan lento que se sentía como detenido. Para la escritora, en cambio, las horas se escapaban como agua entre los dedos.

Cedió, al fin, a una de sus mayores tentaciones. La página de reproducción de video más grande del mundo y sus alrededores la recibió con sugerencias alocadas en el inicio.

«Será mi fuente de ideas, por esta vez. Solamente esta vez» se mintió, esperanzada con que vicio y deber se pudieran fusionar un rato.

Cuando volvió a ser consciente, había pasado una semana entera ahí.

Lo supo, porque una idea asomó con timidez, desde el reloj de pared en la cocina. Ella quiso correr a anotarla, pero no llegó a tiempo. La siguiente tarea distractora llegó de inmediato.

«¿Y si ordeno la ropa de mi placard por colores?».

Cuando regresó a su intención original, dos meses enteros se habían ido.

Al año, de casualidad, logró completar la historia que venía escribiendo. Encontró la idea de rebote, durante una sesión veraniega de manicura para su gato. Luego, cerró los ojos y volvió a abrirlos en invierno.

Ya tenía la nueva premisa para su siguiente historia. Y mil ideas de cómo distraerse, también. Le quedaban por organizar sus vestidos por fecha de compra, los platos por tamaño y las macetas del patio.

***

Relato escrito para mi autodesafío de fin de año. Chau 2018. Hola productivida… zzzzz…

Uy, empecé a escribir esta ¿autocrítica? ¿anécdota? cuando todavía ni había guardado las cosas para mudarme de mi vivienda anterior. Me pasa en los últimos tiempos que las horas se pasan volando, los días, ni qué decir de los meses. Pero no es excusa para mi falta de actividad por acá.

Vuelvo, con más de este desafío y algo de las Cinco líneas de Adella Brac, además de un desafío de mi querida Maryere. Los invito a participar en ambos.

Prometo darme mi paseo por los blogs amigos y devolver visitas que vengo debiendo a varios que he visto comentando por acá. Los quiero. Espero que hayan pasado una muy feliz navidad.

8 comentarios:

  1. Entiendo perfectamente al personaje de tu relato. Me gusta demorar el levantarme. No me gusta el demorarme en escribir, pero es lo que suele pasarme. Y hay veces en que la inspiración aparece en momentos inesperados.
    Y opino lo mismo sobre este tema de Luis Fonsi.
    Espero que la inspiración te sea menos esquiva en el próximo año. Que tengas un feliz año nuevo. Besos.

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    Respuestas
    1. Gracias por estar siempre por acá. Un abrazo enorme.

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  2. ¡Hola guapa!
    Me siento tan indentificada contigo... es increíble, creo que todos tenemos esos mismos problemas. Yo para levantarme temprano... es un horror.
    Un besito y ojalá puedas escribir más.

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  3. Ja! qué obsesión! Yo diría que más que anécdota o autocrítica es una ¿justificación? jajaj
    el tiempo es así y cada uno tiene el suyo (lo sabían los Rolling Stones y Einstein)
    El único propósito es pasarla bien... así que si te ausentás que la próxima no sea por ordenar por colores o por abecedario...que sea por haberla pasado bomba

    Buen relato
    Que pases buen fin de año! Y que tengas un excelente 2019. Felicidades!

    abrazo

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    Respuestas
    1. Sí, siempre hay tiempo para autojustificarse. Y todo sea por pasarla un poco mejor. El tiempo dedicado al blog siempre se disfruta, espero tener más tiempo el próximo año.
      ¡Que tengas un muy feliz 2019!

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  4. Una lectura muy entretenida y detallada. Me gusta esa perseverancia de no darse por vencida en rastrear y perseguir las musas, entretanto va arreglando, organizando, recopilando lo que tiene a su alrededor. Genial manera de no desperdiciar el tiempo! Al fin y al cabo vale tarde que nunca, la inspiración la encontró. !Te deseo un hermoso y feliz año nuevo, lleno de alegrías y sorpresas!
    !Un abrazo!


    Abrazo!

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  5. Has descrito a la perfección ese atasco que nos invade a veces. Y como tu personaje yo soy de las que siempre se pone a limpiar como una loca, justo cuando debería estar escribiendo. ¡Menos mal que esto no me da de comer!, si no estaría perdida. Encantada de leerte.

    Un abrazo.

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