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Distancia (¿Escribimos? Reto 2)

03 agosto 2016

dianaFranco tomó el autobús en su estado de somnolencia habitual, camino al trabajo, cuando el sol apenas
se dignaba a asomar la nariz por encima de los edificios de la ciudad. Envuelto en su abrigo azul de pana, con las manos en los bolsillos y el gorro gris, se acomodó en el asiento junto a la ventana para colocarse los audífonos y disfrutar de la lista de reproducción en su móvil. Se dejó llevar y el movimiento de las calles en hora pico fue parte del paisaje gris.

Sonó la primera canción. Una melodía pegadiza, alguien rogaba que «lo despertaran antes de irse, se…» Y Franco reprimió una sonrisa, con la cabeza apoyada en el vidrio a su lado.

Nunca había sido una persona mañanera. Ya tenía más que asumida su faceta de autómata, por más café que tomara antes de salir corriendo a la parada. Diana solía reprochárselo, entre risas, cuando aún vivían juntos. Su cerebro quedaba en la almohada, por más que el despertador se lo llevara andando al otro extremo de la ciudad.

Otra canción. Alguien afirmaba «no poder sentir ni uno de los músculos de su cara, cuando estaba junto a su chica. Pero le encantaba. Le encantaba.» Franco cambió a la siguiente, molesto por un recuerdo repentino.

«Neeeena, voy a dejaaarte…». Intentó no arrugar el ceño, cuando el sensor de la pantalla no reconoció el calor de su dedo a través del guante y debió quitárselo para pasar al siguiente.

«Sé que he estado locamente enamorada antes, y cómo podría ser contigo…». Debía actualizar esa lista. O eliminarla y buscar otra mejor. Pero se resignó; el sonido era conocido, ese tema le gustaba. «Como un alma sin cuerpo, en un cuerpo sin corazón, extraño cada parte…». Era un masoquista de mierda. Un suspiro lo sorprendió, al empañar la visión de las calles del cristal a su izquierda. El buen ritmo valía la pena, era revitalizante, de una forma cruel.

Su cerebro debía seguir en el quinto sueño, eso era seguro.

Las paradas se sucedieron, la gente que había subido junto con él comenzó a bajarse, para dar paso a nuevos ocupantes del bus. La mayoría, estudiantes que se aferraban a sus libros en un estado casi tan calamitoso como el suyo. Y él se puso alerta, apenas llegara a la plaza principal ya quedaría menos.

Cuando una voz anodina comenzó a repetir «sí, sí, sí, la, la, la…» sobre un fondo de percusiones y sintetizadores que más recordaban a una madrugada de sábado, Franco volvió a pasar de largo, con un toque de su dedo helado. Al instante, un clásico «las sombras crecen tanto frente a mis ojos, y se mueven a través de la página. El día se convierte en noche, lejos de la ciudad…» lo hizo sonreír de nuevo. Para el momento en que llegó el estribillo al grito de «nena, adoro tu forma», su humor había cambiado del todo.

La fuente enorme, sobre la rotonda que dividía la marea de autos en una carrera de obstáculos e insultos, fue la señal de que debía prepararse para alcanzar el timbre. Entonces, la vio. De pie, en una de las esquinas repletas de gente. Con su abrigo negro, su bufanda que cubría sus labios del frío y su gorro negro que dejaba escapar algunos mechones castaños.

A pocos metros, del otro lado del vidrio, Diana lo había descubierto antes y lo observaba con sus ojos bien abiertos.

Él dejó de prestar atención al sonido que casi monopolizaba sus oídos.

Ella lo siguió con la vista, mientras el bus pasaba y los cristales de la ventana lo dejaban expuesto. Y él no pudo quitar su mirada de la suya, durante los pocos segundos que el avance a cámara lenta de las horas pico en una calle abarrotada le permitió. En sus oídos, la reproducción aleatoria regresaba y comenzaba a torturarlo con una alegre reflexión sobre cómo «la distancia hace crecer al corazón. Incluso cuando estoy solo, feliz de que tu amor nunca está lejos…».

Y una mierda. Se dijo él.

«El amor siempre es mejor, cuando nos tomamos el tiempo de volver a quienes somos…»

El había creído que ésas eran frases que se decían, así nomás, de la boca para afuera.

«La distancia hace al amor…»

El bus hizo el trayecto semicircular y él siguió casi dormido, mirando. El paisaje a su izquierda, a través del vidrio, le dijo que había dado la vuelta a la rotonda de la plaza. El timbre sonó, a lo lejos y no por obra de sus dedos helados, que seguían sobre la pantalla de su móvil. Las puertas del transporte se plegaron hacia los costados, para dejar salir a la masa de trabajadores de vuelta al frío. Y Franco sintió como si, de pronto, fuese mediodía en su cabeza. Saltó de su asiento, se llevó a un par de estudiantes somnolientos por delante y masculló algunas disculpas, antes de que el aire de invierno le diese la bienvenida al exterior.

La melodía hizo un cambio, justo cuando él cruzaba la avenida en el sentido contrario al que debía llevarlo a su trabajo. Corrió, buscando entre los gorros de colores, los abrigos oscuros, los cabellos alborotados por el viento. Avanzó por las aceras laterales a la plaza, por donde había pasado el autobús.

Diana corría, igual que él, por el otro lado de la rotonda. Se había quitado el gorro y sostenía la bufanda con una mano para que no se deslizara de su cuello.

Ambos llegaron al trabajo del otro, exhaustos, justo sobre el horario de entrada. Esperaron por el momento de verse ingresar. Y volvieron, buscando una excusa para sus propios jefes, sin encontrarse, por el mismo camino por el que habían venido.

+++

Relato escrito para el reto número dos de ¿¿Escribimos?? De Blueberry Notes. Perdón por la demora, espero llegar a tiempo (en mis pagos todavía es tres). Para saber más del reto, pueden hacer clic en el enlace.

Playlist de Franco:
1. Wake Me Up Before You Go-Go – Wham!
2. Can´t Feel My Face – The Weeknd.
3. Babe I´m Gonna Leave You – Led Zeppelin.
4. Unfinished Sympathy – Massive Attack.
5. Yeah, Yeah, Yeah, La, La, La – Calvin Harris
6. Baby, I Love Your Way – Big Mountain.
7. Distance – Emily King. (Tienen que escuchar este tema. Es precioso.)

2 comentarios:

  1. Interesante historia. Y las canciones me gustan,conozco casi todas,pero el último tema no lo habái escuchado y me ha gustado mucho. :) Saludos!

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    Respuestas
    1. ¡Gracias! Me alegra mucho que te haya gustado.
      ¡Besos!

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