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Las cosas de la abuela (Relatos Jueveros: Contamos tres)

05 octubre 2022

Cuando murió la abuela, nietos, sobrinos, hijos y vecinos nos reunimos a recordarla en anécdotas risueñas, mientras bebíamos y comíamos a lo grande. Fue una buena alternativa al llanto, si bien el terminar dormida sobre las sillas de la funeraria me dejó un buen dolor de espalda y una gripe de las más fuertes que he tenido. La eficacia de un aire acondicionado puede ser extrema a veces, más considerando el encierro en el que nos habíamos sumergido, siendo pleno verano. 

Pero lo que más nos alejó a todos de la tristeza por la partida de la nona fue la repartición de las cosas que ella había dejado atrás. Siendo honesta, me revuelve el estómago acordarme de las hermanas de mi madre peleándose por un juego de copas azules, pero yo tampoco soy tan inocente.

No quería quedarme con nada. Hasta que recordé los hermosos aros que la abuela adoraba llevar.

Del collar a juego nunca tuve noticias, se perdió luego de la excursión a la habitación de la finada por parte de la nueva novia de mi padrino, pero a los aros sí pude rescatarlos.

Así que, ahora, están conmigo.

Sí, conmigo. No en mi joyero, no en mis orejas.

Estos días han estado llenos de emociones, la familia, la vida, todo continúa y yo debo rearmar las piezas de mi rompecabezas porque no sé qué será de mí los domingos sin la abuela. Y sin las tías que se pelearon con mi madre por la vajilla. Siento que hemos perdido mucho más de lo que imaginábamos. Pero volviendo a los dichosos aros, qué hermosos son, cuánto brillan aquí, sobre la madera de mi mesita de noche. Y qué buenas historias cuentan.

Algunas supersticiones antiguas hablan de demonios atrapados dentro de piedras preciosas. Otras, de fantasmas que quedan atrapados dentro de posesiones a las que amaron tanto, que las dejan malditas para cualquier otro ser humano que pretenda tomarlas. Yo no tengo idea de cuál fue el caso de la abuela, pero seguro ha tenido un espíritu bien potente y una fuerza de voluntad gigantesca, porque de otra forma no se explica todo lo que está ocurriendo.

En menos de una semana, a las tías se les han roto las copas azules, a mi madre se le han perdido los cubiertos de plata y a la novia de mi tío la han tenido que internar por una afección muy extraña en la piel. La nona nos está castigando desde el Más Allá. Y yo espero mi turno, aterrada.

Aún no me he puesto los benditos aros en las orejas, no señor. Y uno diría, ¿cómo puede ser? Lo que pasa es que no se callan. Desde que los he traído a casa, no han dejado de hablarme y, para colmo, soy la única que puede escuchar su perorata interminable. Los devolvería, pero temo por mi vida si llego a salir con ellos a la calle.

Abuela, la hiciste muy bien. Desde mi temblorosa admiración, te aplaudo. Abuela Tutankamón, voy a empezar a llamarte, apenas me atreva a utilizar la ouija que también encontré entre tus cosas.


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Relato escrito para el reto de los jueves propuesto por La Mujer de Negro: escribe un relato a partir de la tercera foto que encuentres en tu móvil. Para ver el resto de los relatos y la convocatoria, clic aquí. 

Nota: Los aros de la foto no son de mi abuela, sino creados por mí con materiales nada costosos. Pero mi abuela sí tenía un collar de piedras azules que me encantaba y que desapareció misteriosamente cuando ella se fue de este mundo.

15 comentarios:

  1. Enhorabuena , me ha gustado mucho ese recuerdo que has compartido y es que las anecdota de los mayores siempre hay que tener presentes.Bonitos aretes . Un besote.

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  2. Inquietante la historia de estos objetos familiares! Que tendrán las pertenencias de nuestros familiares, que estando en vida son invisibles, y cuando ya no están con nosotros, se convierten en objetos mágicos a nuestros ojos? Saludos!

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  3. Dicen que hay objetos que guardan energía, no lo sé, ni lo afirmo, tampoco lo descarto. Las personas se van y es doloroso, nos queda el recuerdo y el amor que les teníamos y permanece.
    Dentro de todo el miedo que pudiera sentirse por situaciones así, el dolor por la pérdida lo supera. Un muy buen relato, me ha gustado y la foto es bonita, gracias por sumarte a la dinámica, ha sido un placer conocer tu espacio.
    Un abrazo

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  4. Uyyy qué miedito! Quizás a tu abuela no le importe que te hayas quedado con sus aros si lo has hecho valorando su recuerdo y respetando su memoria. Quizás la venganza sólo vaya dirigido a las mezquindades de quienes actuaron con codicia. Un abrazo

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  5. Yo coincido con Mónica. Es la actitud lo que la abuela castiga, no la posesión. Ya debes notar por los diálogos con los pendientes, si la abuela está satisfecha con ls nueva posesiva de sus pendientes. Las tardes del domingo serán lo peor.
    Me ha gustado mucho el smbiente que hss creado
    Abrazoo

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  6. Aunque no tengan valor material tienen valor sentimental esos objetos de nuestros seres queridos que ya no están con nosotros, pero sí los tenemos presentes con los objetos, están vivos, aunque haya demonios dentro de las piedras, como son los casos que mencionas. Pero qué quieres que te diga para nosotros no dejarán de ser ángeles.

    Me has recordado a una pulsera de mi madre sin valor y desde que se me rompió la echo en falta, parece como si me protegiera y me diera suerte cuando la tenía puesta. Energía positiva. En este caso.

    Besos.

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  7. Abuela Tutankamón *.* Me gustó mucho ese giro paranormal al final del relato. Al principio me sentí conmovida e identificada (pues ya llevo unos cuantos funerales este año) pero tras leer el final... espero que no me pase nada parecido a la protagonista. ¡No me atrevería a usar la ouija!
    Un besazo, Cyn

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  8. Se me has puesto los pelos de punta... Y es que la abuela no debe de estar nada contenta con este desperdigamiento familiar a costa de sus cosas... Muy bueno, besos.

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  9. La verdad es que esos funerales y largas misas para despedir, se vuelven tormento a la hora de pensar en que me puedo llevar... finalmente, arranco, creo que lo que fue de un muerto, no le quedara mejor que al muerto.

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  10. ¡Hola, Cyn! Qué bueno que vuelvas a alimentar a tu blog, leí tu anterior entrada y sin duda la escritura hay que tomarla con deseo, pero no con ansia, que esto solo lleva al bloqueo. Me encantó el relato que nos lleva de una situación tan emocional como la despedida en un entierro, a toda una maldición que nos lleva a pensar en lo "puñetera" que era la abuela que desde luego tenía claro que no iba a ser la única en marchar al Más Allá. Los objetos suelen ser mucho más que su cuerpo físico, también se forman con la historia de quien los poseyó. Un abrazo!

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  11. ¡Hola Cyn!
    Me ha gustado mucho el relato que has armado. el desenlace, la ambientación. y el espeluznante final. Me has tenido en tensión e intriga con las cosas de la abuela. Lindos los aros, te quedaron preciosos. Muy bien planteado el aporte para la convocatoria.
    Abrazo!

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  12. hablan, pues claro que si, lo que ocurre es que no todo el mundo esta capacitado para escucharles Un abrazo

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  13. Me encantaría haber conocido a tu abuela, era una genia y tú has salido a ella por la gracia con la que has contado tu historia.
    Ponte los pendientes y dales vida, es lo que querría tu abuela.

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  14. Veo que tenés un octubre muy prolífico, felicitaciones por tu vuelta al ruedo

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