search
menu

Apolo Bunny

12 julio 2017

reto quinceLos pies de Amstrong hicieron el descenso por la escalera del Águila con mucha lentitud. Quería saborear el momento. Sentir el peso de la Historia —con mayúsculas— posarse sobre sus hombros en un ambiente tan irreal como ése. Tomar cada pedacito de experiencia, grabarlo en su memoria y llenarlo de significado, para poder transmitirlo a su familia y amigos en el futuro.

—Estoy en el pie de la escalera —dijo, en voz bien alta, sin dejar de aferrarse a la baranda—. Las patas de la nave están enterradas en la superficie unas dos pulgadas. Aunque la superficie parece muy granulada, cuando te acercas es casi como polvo. La masa del suelo es muy fina.

No podía dejar de imaginar su voz convertida en ondas que viajaban a través del espacio, llegaban a la Tierra y atravesaban la atmósfera, hasta el cuartel general. No podía dejar de pensar en la pequeña frase que diría luego, para inmortalizarla.

—Ahora voy a pisar fuera del módulo —anunció, con una tranquilidad ensayada millones de veces.

Una ligera vacilación. Un movimiento ínfimo. Todavía aferrado con la mano derecha a la nave, enterró su bota blanca en el suelo polvoriento. Su corazón iba a dar un vuelco. Entonces creyó ver, de reojo, que algo se movía a su izquierda. Desechó la alarma que saltó en su mente. Sabía que su cabeza estaba llena de estímulos nuevos y los recibía todos a la vez.

—Un pequeño paso para el hombre —recitó—, un gran paso para la… ¡Mierda! ¡Houston, tenemos un conejo!

Por unos instantes, el silencio y la sorpresa habían cortado toda conexión del astronauta con el resto de la humanidad. Igual, aquella soledad estelar no duró mucho. El horror inicial dio paso a una serie de gritos y de preguntas desordenadas del otro tripulante de la nave, Buzz Aldrin, y de una histeria de fondo a la comunicación desde la Tierra.

«Base Houston. Este no es momento de hacer bromas, comandante. No olvide que estará en televisión nacional. Le pedimos que nos confirme su estado. Ahora».

—¡No es ninguna broma! —gritó Amstrong, desesperado al intentar correr y enredarse con el cable que lo ataba a la nave—. ¡Es un conejo gigante, en dos patas! ¡Y la cámara que traigo no enciende!

—¡Aldrin reportándose, voy a comenzar ahora el descenso del Águila!

«¿Han enloquecido, los dos? ¡Hay un protocolo, no pueden hacer lo que se les dé la gana! Piloto Aldrin, ¡se le prohíbe moverse de su lugar ahora!».

Acto seguido, las cámaras y micrófonos del módulo lunar entraron en una ruidosa interferencia. No hubo más comunicación con los dos astronautas.

El Columbia quedó en órbita por un día más. El ocupante del módulo de mando, Collins, esperó alguna señal de sus compañeros. Las grabaciones del llanto y los rezos temblorosos del hombre durante esas horas quedarían para siempre, archivadas, en algún rincón oscuro de los cuarteles de la NASA. Pero el Águila no abandonó la superficie lunar y no hubo ni una sombra más sobre el lugar.

La semana siguiente, un grupo armado del ejército norteamericano llegó a la Base Tranquilidad. Mal entrenados, asustados y con los ojos de un planeta entero sobre ellos, abordaron al módulo lunar vacío. No hallaron sangre, ni rastros de que nadie hubiera regresado.

Nixon ordenó declarar a la Luna como territorio enemigo y hubo protestas en las calles por los rumores de bombardeo al satélite. Nada más ocurrió. Poco después, el regreso de Elvis Presley a los escenarios, en un hotel de Las Vegas, ocupó todas las portadas de los diarios. La Luna y su misterio pasaron al olvido.

Al año siguiente, se estrenó la película «Houston, tenemos un conejo». Fue un verdadero éxito.

+++

Relato para el reto número quince de El libro del escritor. Me encanta la leyenda del conejo en la luna. No puedo creer que volví a escribir un relato, luego de casi quince días de que no saliera nada de mi cabeza. (En el título, la idea era poner Apollo Bunny, con el nombre en inglés de la nave y la misión, pero me sonaba muy feo. Lo dejé en Apolo y lo de Bunny en inglés, como imaginé que lo llamaría la prensa acá, en homenaje a Bugs Bunny). 

11 comentarios:

  1. Que inesperada salida la de tu relato.
    Y lo del regreso de Elvis es un buen recurso para dejarnos con la intriga de que pasó en la Luna.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Lo más loco es que me fijé en las efemérides de ese mes y, en medio del tema de la llegada a la luna, uno de los Kennedy tuvo un accidente de auto y su acompañante, una mujer, murió. Imagino que la noticia no duró mucho en los medios. Luego apareció Elvis en un hotel de Las Vegas, a finales de ese mes.
      ¡Gracias por pasar y comentar!

      Eliminar
  2. Ja, ja, ja... Me ha encantado, Cyn. Desde luego que un conejo gigante no es algo que uno pueda esperar encontrarse en la Luna. Divertido universo paralelo y genial eso de "Houston, tenemos un conejo", también ese toque de ironía cuando mencionas que el incidente se olvidó cuando Elvis regresó a Las Vegas. Un abrazo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo solamente tenía claro que iba a haber un conejo esperándolos en la luna xD Lo demás tuve que verlo en videos, leer sobre cómo fue el viaje y quiénes iban y cómo. Es muy interesante.
      Gracias por pasar y comentar :D

      Eliminar
  3. ¡Hola! ¡Qué giro que le has dado! Mira que llegar a la luna y encontrarse con un conejo gigante es una sorpresa increíble. El título fue de lo mejor. Me ha encantado.

    ¡Un abrazo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Lo hice bien literal al conejo en la luna xD Me alegra que te haya gustado.
      Un abrazo.

      Eliminar
  4. ¡Hola guapa!
    Vaya que tensión, me ha puesto los pelos de punto.
    Me ha gustado mucho.
    Un besote

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pobres astronautas. Y pobre conejo, viendo su hogar invadido.
      Gracias por pasar y comentar ♥

      Eliminar
  5. Es buenísimo! Gran relato!
    Me sorprendiste con eso del conejo literal gigante, ya que la leyenda va de unconejo ilusorio, que arma nuestra imaginación.
    Todo el desenlace lo desarrollaste en forme espectacular

    Felicitaciones! Me encantó!
    Abrazo!

    PD: Creo que la prensa argentina (siempre tendiendo al amarillismo, podría rebautizarlo "Apolo, el Conejo Lunático"

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, todo es posible con la prensa de acá. Y quería hacerlo bien literal, que tuviera algo de chiste y algo de tragedia para los astronautas. Pobrecitos.
      Igual, con tantas teorías sobre lo que se hizo o no se hizo en ese viaje, lo del conejo bien podría haber pasado y nosotros no lo sabemos *inserte música de los Expedientes X*
      ¡Gracias por pasar y comentar!

      Eliminar
  6. Magnifico relato, Cyn.
    Un relato trágico-comedia. Me gusto mucho la trama, sobre ese conejo gigante y los tripulantes de Apolo, y ese final redondo con lo Elvis para que el mundo se olvide de lo sucedido.
    !Abrazo!

    ResponderEliminar

Posts siguientes Posts anteriores Volver al inicio