Martita me lo contó. La otra noche tuvo que quedarse a cuidar la casa de los Domínguez, ese par de irresponsables, y le tocó soportar a ese perro espantoso. Sí, niña, ese que parece más león que otra cosa y no para de ladrar cuando una se acerca por el frente.
Que los Domínguez pagan bien, eso seguro. Si lo sabré yo, que cuando he ido a ayudarlos con la limpieza me han dado bastante. Ellos le llaman así, ayudar, aunque por ahí me he encontrado con un chiquero y me la he pasado sufriendo de la ciática después. La última vez, me llevé unas monedas que estaban en el cajón de la doña y unas poquitas flores de nada del jardín para hacerle una corona a mi nieta, viera qué bonita le quedó, pero desde entonces no me han vuelto a llamar los desgraciados. Bueno, qué estaba diciendo, ah sí. Martita empezó a ir en mi lugar.
Y mejor, ni que yo estuviera para servir animales de otros.
Ahí andaba, la Martita, toda ilusionada con pasar una noche tranquila en la casa de esos dos. Que se habían ido de viaje; yo los caché saliendo temprano esa mañana con las maletas, mientras regaba mis rosales. Los vi hacer el intento de saludarme, pero yo soy muy digna, niña, a mí no me van a rechazar y luego contentarme con un saludito así nomás, no. Me hice la tonta y me agaché a buscar una piedrita invisible entre las plantas. Casi me mata el dolor, querida. Igual, una ya es vieja para hacerse la fuerte.
Así que ahí quedó, Martita la tontita, meneando la cola igual que el perro adentro de la casa, que era toda para ella. Que no es envidia, por favor. Ni que yo tuviera ganas de ir de nuevo por ahí. Sin embargo, el chisme, eso sí que me lo aseguré.
Porque hace falta ser muy fuerte para escuchar los comentarios de los vecinos con una sonrisa. Una se saca unas moneditas de nada, unas florcitas y algún que otro recuerdo de la casa de los patrones y ya la tachan de deshonesta. Lo que es la injusticia, querida.
Ah, el chisme.
Parece que la Martita se creyó que iba a estar tan a sus anchas, que se llevó unos brownies de esos especiales, que llaman verdes, mágicos, para comérselos sola. Y que en un descuido va el perro de los Domínguez y se roba uno. ¡Niña, el susto que se pegó aquella loca! Me llamó desesperada, en plena madrugada.
Terminamos las dos correteando al dichoso perro por toda la casa. Y fui yo, sí, yo, la que le abrió la boca al perro y le sacó el pedazo de chocolate de la boca. Pobrecito, nos tuvimos que quedar atentas por si se intoxicaba el animalito. Se rompieron un par de retratos en el camino, era de imaginarse, igual todo salió bien. Resulté ser más resistente que la pobre Marta, al final.
Y por eso es que ahora te han llamado a ti, niña, te toca lidiar con aquella bestia y sus dueños. Seguro serás más cuidadosa. Igual, te dejo mi número, por si llegas a necesitar algo. Yo siempre estoy en casa, cerca de la ventana. Me haces una seña y vengo.
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♦ La dueña de este libro y sus arcanos venía intentando hacer el experimento de ser «escritora brújula» y que la inspiración la llevara por cualquier camino, pero está visto que los mapas son más lo suyo. Así que se ha sentado, diagramado cada uno de los arcanos mayores que restan, y esto vuelve a tomar impulso. Esperemos a ver qué surge. Por lo pronto, ¿qué opinan de este arcano y su relato?
Si lo encuentra en su tirada:
Al derecho: Constancia y determinación son la clave para lograr cualquier objetivo. Suena cliché, pero pensemos que esos kilitos que quiere bajar antes del verano no se irán solos. Como diría la viejita del cuento, hay que ser fuerte. Así que, ejercicio, basta de comida chatarra y de repetir postre. Ah, ¿no era el motivo de su consulta? Bueno, piense en la solución a su problema mientras hace unas sentadillas y se come una manzana. Seguro algo se le ocurre.
Al revés: Sentirá la debilidad cuando pase frente a la pastelería nueva que han abierto en la esquina de su casa. Cuidado con los perros grandes y no pase cerca de un zoológico, por las dudas. No vaya a caerle un león encima. ¿Qué? Sí se ve bien rara esta carta del revés, no me eche a mí la culpa.
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Nota: La finalidad de los significados de cada carta es entretener al lector y a la loca que escribe estas cosas. Ningún dato de este libro debe ser tomado como referencia seria, ni aplicarse a situaciones de la vida real. Dicho esto, sean libres de enviar sus propias interpretaciones de este arcano.
Hasta la próxima.
Los saluda, Madame Ceyene
Próximamente - Arcano IX: El Ermitaño »
Que demoledora la narradora, el personaje, con inclinación con inclinación a llevarse a algunas cosas de la casa, con los dueños, con Martita.
ResponderEliminarY que poco entusiasta perspectiva le toca a la destinataria del relato, a la que le tocará cuidar la casa y ese perro de porquería.
Y que demoledora la encantadora Madame Ceyene con la autora. Y que ocurrente con sus consejos.
Es un un gusto leerte, me gusta como escribís. Besos.
¡Muchas gracias! Volver por el blog siempre es una alegría enorme. Un abrazo grande
EliminarNo tenía ni idea de tantos significados de una carta, pero la historia me gusto, pobrecilla :-)
ResponderEliminarUn abrazo
Bueno, los cuentos de esta serie del tarot siguen más la simbología de cada arcano, mezclada con las ocurrencias de la adivina, así que es probable que los significados no tengan mucha validez, más que el de entretenimiento ;) ¡Gracias por pasar!
EliminarQué bueno que esto continúe con la misma fuerza.
ResponderEliminarEsperemos que la dueña no se pierda en su propio mapeo
Un abrazo Cyn!
Cierto, esperemos jaja. ¡Muchas gracias por la visita!
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