Y, de todos, el
tropo que más me atraía era el de esas parejas que se veían obligadas a
permanecer juntas por un período de tiempo. El morbo de ver cómo les tocaba
adaptarse a las circunstancias, junto con la seguridad de que todo estaría bien
al final, eran los que convertían este tipo de historias en una adicción para
mí. Así que, pensándolo hoy, qué ironías tiene la vida.
Es como si el
destino se riera en mi cara. Bueno, igual podría ser peor.
El virus horrible y
contagioso, que me ha dejado en cuarentena junto a mi nuevo crush, no tiene
nada de romántico. La fiebre imposible de bajar, la incomodidad del dolor
muscular y las cefaleas, no son lo que hubiese querido vivir junto a Marcus en
estos primeros días de noviazgo. El haber quedado a solas en mi casa luego del
diagnóstico, compartiendo síntomas pero sin querer transmitírselos a otros
familiares, y que hasta los médicos eviten el contacto con nosotros más allá de
los controles telefónicos, no nos dejó muchas opciones.
Al menos, nos ha
tocado la versión menos grave de esta enfermedad. La congestión, la voz nasal,
la montaña de papel tissue lleno de mocos, no son nada comparados con lo que deben
vivir otros infectados. Las noches en vela no se deben a largas jornadas de
sexo sudoroso. Aunque, lo del sudor sí viene incluido con la fiebre. Y las
duchas en conjunto son más un modo de asegurar que el otro baje la temperatura,
que un juego de a dos.
Los seres queridos
preguntan desde afuera, colaboran dejando las compras en la puerta, pero no hay
nada que Marcus o yo queramos de verdad. No más que salir de este apartamento
pequeño y caluroso.
Igual, hay que ser
optimistas y pensar en lo afortunados que somos. Estamos a salvo, en cierta
medida. Podría ser peor.
Como el hecho de
despertar y poner una mano en su frente, casi por reflejo. El exigir que se
coloque el termómetro para comprobar lo que yo ya imagino: otro día más que él
ha levantado más temperatura que yo. Discutir con él para que al menos de un
mordisco al budín de banana que envió mi madre, así es capaz de tomar el
medicamento. Arrastrarlo hacia la ducha y oír sus quejas mientras intento
bañarme y que él reciba un poco de agua.
Estar encerrada con
él es imposible, insoportable, inadmisible. No le gusta el jugo de limón, ni el
de naranja. No hace caso a las recomendaciones de no automedicarse, o al menos
averiguar en internet cuál es el efecto real de la droga que compone la
pastilla que se está echando con tanta facilidad a la boca. Y me abraza con ese
cuerpo febril, me besa con esa boca llena de gérmenes que yo misma implanté ahí
primero, pero ahora temo volver a contraer.
Es mi culpa por
haberlo contagiado. Ahora debo hacerme cargo de él. Y él no puede salir de aquí,
no debe. Estamos encerrados, destinados a convivir por casi un mes, alejados de
esta sociedad estúpida. Pero hay una certeza aquí, él no lo ha dicho, yo no lo
he dicho. No es necesario, es una verdad que ya flota en el aire, podríamos
olerla si nuestros sentidos funcionaran como antes. Apenas obtengamos el alta,
nos alejaremos y nunca más volveremos a cruzarnos. No soportaré pasar por la
misma vereda siquiera. Lo sé.
Igual, a veces veo
en su mirada algo más. Y me ilusiono. Y me da por imaginar que no estamos aquí
por obligación, sino que estas son nuestras vacaciones juntos, las primeras de
muchas. Y mi apartamento diminuto y sofocante se convierte en una cabaña
acogedora en la montaña, o en la habitación de hotel de algún país exótico. Y creo,
quiero creer, que los momentos de intimidad que compartimos son tan únicos, que
nunca volveremos a vivir nada así con nadie más.
Porque siempre
podría ser peor. Como el hecho de haberlo contagiado, saberlo y no poder
ayudarlo. Como el tener la certeza de que él está sufriendo lejos de mí, los
dos aislados, pasando por lo mismo, en habitaciones estériles y más pequeñas
que este lugar. Así es, qué ironía, ¿verdad?
Cuando esto acabe, no volveré a mirar
películas románticas.
Ahora, preparo el termómetro, la botella de
agua para cada uno y las pastillas, para dejarlo todo a mano antes de ir a
dormir. Veo a Marcus ya instalado en la cama. Tiene un aspecto tan inocente,
que se me escapa una caricia en su mejilla.
Ha abierto los ojos, mierda. Se me acelera
tanto el corazón, que puedo oírlo golpear en mis orejas. Titubeo, pero tomo el
termómetro y se lo inserto en la axila con rapidez.
—A ver si puedo
descansar esta noche —gruño, aunque sé que me he puesto toda colorada.
Él sonríe y cierra
los ojos.
—Sí, claro.
Espero unos
minutos, mi propia mentira me impide apagar las luces como deseaba. Él alcanza
con sus dedos la piel de mi brazo y siento una especie de caricia. Lo miro,
para comprobar que esté quieto y no impida que el termómetro tome bien la
medida, pero el pitido del aparato me indica que ya puedo quitárselo. El visor da
los treinta y seis grados, con lo que supongo que este ya es el segundo día sin
más síntomas. Suspiro, una sensación extraña me asalta. Pronto esto habrá
terminado. La puerta podrá abrirse y diremos adiós. Igual, siempre puede ser
peor. Como el dejar pasar esto sin haberle dado nunca una oportunidad.
—Hasta mañana —dice,
con un beso en mi hombro, mientras apago la luz.
—Hasta mañana.
***
♦ Ah, la actualidad. Por
sucesos recientes en la vida de esta adivina, he sentido que esta carta ya
tenía su cuento relacionado y debía escribirlo. ¿Les gusta el romance? A mí sí
y no. Lo adoro y lo detesto. Tiene de las mejores y las peores cosas como
género, pero esa es solo mi opinión y ya saben que de dualidades estamos hechos,
así como este precioso Arcano del Tarot.
Si lo encuentra en su tirada:
Al derecho: Es
tu oportunidad. Si te declaras a esa vecina sexy o ese chico que siempre espera
el bus contigo en las mañanas, te van a decir que sí. Ve con mucho cuidado y
protección, de todo tipo. Si ya tienes pareja, tocará tomar nuevas decisiones,
se acercan nuevos proyectos.
Al revés: Será
una horrible primera cita, o te dejará plantado sin dar explicaciones. Si ya
tienes pareja, sé congruente, desinstala esas apps para conocer gente nueva o
decídete a abrir horizontes para ambos.
***
Nota:
La finalidad de los significados de cada carta es entretener al lector y a la
loca que escribe estas cosas. Ningún dato de este libro debe ser tomado como
referencia seria, ni aplicarse a situaciones de la vida real. Dicho esto, sean
libres de enviar sus propias interpretaciones de este arcano.
Hasta
la próxima.
Los
saluda, Madame Ceyene
Próximamente - Arcano VII: El Carro »
Dios por lo menos lo tuyo fue con un crash... Yo quede encerrado con mi ex, después de 10 años separados... al otro lado mi actual pensando en quizás que.... yo con ganas de ella y ella odiándome por estar con mi ex
ResponderEliminarNi el infierno ni el purgatorio...pagandolo todo sin haber hecho nada.....Y la otra, todo el día a medio vestir a punto de abdicar. ... Será la carta del diablo al derecho y al revés. De esto ha pasado un año y medio.....
Quizá te cuente como termino