Estoy cansado de portarme bien, cariño. El sonido de la alarma, cada mañana. El café quemado. Las caras de mis clientes. Las órdenes sin sentido. No cuelgues, esto será rápido. Sabes que me había regenerado, lo hice por ti. Pero me abandonaste, Cristóbal, mucho antes de que me salieran las primeras ojeras.
Ahora soy bueno por inercia. Un civil más, que incluso ha sido salvado por el héroe local en una mala noche de bar. ¿Puedes creerlo? ¡El inepto de Sun ni me reconoció! Si hemos peleado varias veces.
Ya lo sé, nada es como antes. Pero no puedo ser paciente. El dinero se escurre de mis manos, mi tiempo libre es cada vez más monótono, mis amigos se la pasan en fiestas a las que yo ya no puedo entrar. Necesito plata. Cash. Metálico. Taca-taca. Guita. Pero mucha, verde y que inunde este cuchitril de olor a tinta. Como antes.
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¡Te atreviste a colgarme! Voy a seguir llamando. Ni siquiera me importa dormir más horas. Quiero de nuevo esa emoción de planear un golpe, juntar a las mejores liendres de la ciudad, patear culos, romper ventanas, correr con el viento helado en la cara. Oír las noticias y temer-desear que me nombren.
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Mil veces me cortas, mil y una llamaré. Así que lo hice. Acabo de abrir el navegador, Cristóbal. Sí, ríete. Ya no me importa lo que pienses. Entré al informativo y ni siquiera tuve que buscar la sección de policiales. Ahí estaba, ocupando toda la página de inicio, con un resumen precioso de opciones sin explorar. Eliminé primero a los políticos. Esos saben cómo hacerlo, ni necesitan ensuciarse las manos ellos mismos. Muy aburrido para mí. O corrijo: «me dicen corrupto sin conocerme bien», se queja un comisario en un titular. ¿Te suena de algún lado? Ríe conmigo ahora, vamos.
A la mierda. Vuelve a colgarme, seguiré llamando.
«El cliente no se encuentra disponible. Cuando escuche la señal, deje su mensaje».
Dejo este mensaje en tu contestador para avisarte que encontré mi noticia. «Los diez pasos del meticuloso plan para robar la recaudadora de caudales». Todo un trabalenguas, ¿eh? Está bien detallado, como un curso express. No es tarde para que vuelvas, mi vida. Ya nadie quema el café como tú.
«El cliente no se encuentra disponible…».
Mejor olvídalo. Te aviso que no voy a detenerme. Ya tengo todo lo que necesito, voy a volver a la acción y espero que estés ahí para verlo. No te daré más datos, ya dije demasiado.
«Cuando escuche la señal, deje su mensaje».
Sí, claro. Cuando tú escuches el código del robo por el radio del patrullero, sabrás que soy yo. Ven por mí, vuelve a detenerme. Si es que puedes.
«Cuando escuche…».
A no ser que prefieras que hablemos. Llámame, por favor.
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Reto trece para El libro del escritor: Escribe un relato inspirado en una noticia que hayas leído esta semana. Usé dos, la del comisario y la del robo son títulos reales. Una parece un chiste y la otra un manual de instrucciones. Así estamos xD
Y los criminales de ciudad Leseli también tienen corazón. O eso imagino.
Me gusta que escribas relatos ambientados en el mismo entorno, en la ciudad protegida por Sun.
ResponderEliminarBien contado
Creo que por ahora me salen villanos pequeñitos, microvillanos xD Gracias por pasar y comentar.
Eliminar¡Que maravilloso! Me ha encantado. Me ha dado risa, me ha parecido tan interesante y entretenido. Me encantó lo de "nadie prepara el café quemado como tú" <3
ResponderEliminarMe he enamorado.
Un besote guapa
¡Gracias! En realidad, creo que algo le faltó, un no se qué xD Pero decidí dejarlo salir así como estaba. ¡Gracias por pasar y comentar!
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